jueves, 18 de julio de 2024

Un enfermero admirable


Conocí a un enfermero con capacidad de trabajo, competencia profesional y generosidad sin igual. Estaba curtido en servicios de urgencia y unidad de quemados. Diligente, incansable, dispuesto a actuar en cualquier urgencia que se presentase: un traumatismo grave, un ahogamiento, una hemorragia en un hemofílico (colaboraba con el servicio de hematología y transfundía los factores de coagulación), lo que fuese necesario en el medio rural donde ejercía. Su energía parecía inacabable. Y no acataba órdenes médicas sin más, las cuestionaba con buen criterio cuando procedía; tenía suficiente conocimiento teórico para hacerlo, leía y escuchaba activamente, consultaba sus dudas en libros o con otros profesionales. Eran tan admirables sus virtudes que me sentía avergonzado por comparación. Yo estaba de paso, como médico sustituto, y aprendí más de él que en años de universidad. Decían que era el mejor enfermero de la provincia; yo pensaba que del país gallego y de la nación. Mi recuerdo es el de un sanitario admirable.

Y como ilustración sonoro-visual traigo una pieza musical que le gustaba.

Suite del Gran Cañón: III. «En el camino» – Ferde Grofé

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