Tras la revisión biográfica de don Gregorio Marañón, haremos ahora una exploración de lo que dejó escrito, una consideración de su pensamiento y un examen de su personalidad. Un pertinente complemento a su trayectoria vital.
El Marañón escritor
El irrepetible médico humanista dejó tras de sí una imborrable huella. Su vastísima obra, traducida a los principales idiomas, comprende un total de 125 libros, alrededor de 1.800 artículos, 146 discursos, 336 conferencias y más de 230 prólogos. Su obra médica se cifra en 1.056 artículos de investigación y 32 monografías. Su labor docente estuvo marcada, según Pedro Laín Entralgo y Juan Rof Carballo, por la creación de la especialidad de la endocrinología y la antropologización de la medicina. Sus descubrimientos y trabajos sobre las glándulas de secreción interna, las enfermedades infecciosas, la emoción, la diabetes, la obesidad y la biología sexual, le otorgaron fama mundial. Su talante de hombre íntegro, trabajador y sensible, lo hace trascender el tiempo y ser punto de referencia para los seguidores hispanos de la ciencia hipocrática.
Como escritor, Gregorio Marañón sobresalió en el campo del ensayo, la biografía y la historiografía. Pedro Laín Entralgo, su más señalado biógrafo, destacó tres facetas de su figura: la de médico, la de historiador y la de moralista. A la suma de varias de ellas se deben obras como Las ideas biológicas del padre Feijoo (1934), Vocación y ética (1935) o El médico y su ejercicio profesional en nuestro tiempo (1952). El primero se tiene por su mejor estudio, y aunque haya sobrevalorado el papel de Feijoo (1676 -1764) y sus contemporáneos como renovadores científicos consiguió llamar la atención sobre la indudable vitalidad de la ciencia española de la Ilustración. En las otras dos obras se ocupó de la preparación integral del médico, de su conducta y sus deberes con la comunidad. Por otra parte, en Raíz y Decoro de España (1933), reflexionó sobre la circunstancia del hombre contemporáneo; ante la crisis de las democracias liberales europeas y el auge de las dictaduras totalitarias, vio la defunción del liberalismo político, sin dejar de reivindicar los principios liberales.

Marañón diseccionó sus personajes como si se tratase de casos clínicos, analizándolos desde un punto de vista médico y desde una óptica de anormalidad. El ejemplo más singular y polémico es el del mito de don Juan, personaje que consideró escasamente viril, en contra de la idea popular que lo considera símbolo de masculinidad. Su estilo muestra una gran capacidad y claridad expositiva, a medio camino entre la prosa científica y la expresión literaria. Por ello se le tiene por uno de los principales ensayistas científicos de nuestro tiempo.
Como gran conocedor de la psicología humana, las consideraciones de Marañón sobre los procesos psicológicos y psicopatológicos resultaron fundamentales al tratar las edades, los sueños, el resentimiento, el hambre, la timidez, etc. Al ser recogidas sus aportaciones en la literatura internacional se convirtió en uno de los nombres hispanos más citados en los libros de psicología de todo el mundo. Sus ensayos literarios y sus estudios históricos también alcanzaron amplia difusión nacional e internacional.
Retrato de Marañón [+ Aforismos]
Gregorio Marañón es clave en la historia de la medicina y en el humanismo médico, como un faro orientador, especialmente para quienes ignoran o desdeñan el pasado y se pierden en las complejidades del presente. Es una de las mentes más brillantes del siglo XX, un espíritu humanístico singular, una referencia indiscutible e inalcanzable. En su honor lleva su nombre el mayor hospital de Madrid, su ciudad natal, mas su figura debiera trascender las meras referencias onomásticas. No es fácil en estos tiempos desmemoriados y frívolos continuar por la senda del humanismo que dejó abierta el gran médico y pensador:
“El humanismo se manifiesta en la comprensión, la generosidad y la tolerancia que caracteriza en todo tiempo a los hombres impulsores de la civilización.”
“Hay que clamar para ensalzar al humanismo, pedir y desear que la juventud sea humanista, o al menos una parte de ella, que bastaría para que se salve el mundo.”
G. Marañón junto busto de Cajal
Mi amigo el Dr. Francisco Doña, gran admirador de Gregorio Marañón, lo ha traído repetidamente al maravilloso blog del que es autor: Tiempo para la memoria. Y en esta bitácora ha manifestado su debilidad por “el trapero del tiempo” y su predilección por dos textos marañonianos que dan fe de una proverbial laboriosidad y una filosofía de vida:
"No desperdiciar ningún resto del tiempo. Ser trapero del tiempo. Éste es el secreto del trabajo."
"Vivir no es sólo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar. Descansar, es empezar a morir."
En esta época de agobio, de creencia ciega en la tecnología y de menosprecio a la comunicación médico-paciente, cabe recordar lo que decía refiriéndose a la importancia del interrogatorio y la conveniencia del tiempo de dedicación:
“El mejor instrumento de exploración con el que cuenta el médico es la silla.”
“La rapidez, que es una virtud, engendra un vicio, que es la prisa.”
El interrogatorio clínico simbolizado en la silla: para que el enfermo se siente a hablar y el médico a escuchar. No hemos de olvidar la frase lapidaria en la que resume su visión del paciente como persona individual:
“No hay enfermedades, sino enfermos.”
Expresó claramente la conveniencia de que todo médico, aun en su especialización, tenga una formación médica general, un conocimiento integral:
“La evolución de la Medicina revela y acentúa el hecho paradójico de que a medida que la necesidad de la especialización se hace más notoria y eficaz, hácese asimismo más profunda la necesidad de que todo médico y todo especialista tengan una base de orientación ecléctica general que alcance a todas las ramas de nuestro arte, aun a las más alejadas de la actividad habitual de cada uno.”
G. Marañón en Toledo
Habló de la importancia del ejercicio de la medicina, pero contemplándola como una ciencia insuficiente e inexacta:
“La Medicina es como profesión excelsa, pero como ciencia humildísima, y hay que aceptar esta insuficiencia y esta humildad en gracia a esta excelsitud... Pedir cuentas al médico de su fracaso con un criterio científico, como se le pide a un ingeniero que ha calculado mal la resistencia de un puente, es disparate fundamental y es principio inaceptable.”
Incidió en el valor ético del compañerismo profesional:
“Hablar mal de otro médico es, por muchas razones que tengamos para ello, hablar mal de la Medicina, y por lo tanto, hablar mal de nosotros mismos. La Medicina vive de su indudable eficacia, cada día mayor; pero vive también y actúa beneficiosamente gracias a su prestigio, al mito de su eficacia, que es parte del honor profesional (…) Cuidar ese prestigio es obligación primordial de los médicos, sin más limitaciones que las que impone la salud del enfermo y la propia conciencia. Desautorizar la actuación de un colega puede convenir a la vanidad o al interés inmediatamente del que critica; pero pronto la piedra, de rebote, caerá sobre su propia cabeza y sobre la cabeza de la Medicina.”
Se pronunció respecto al derecho y deber del paciente:
“Hay siempre muchos médicos entre los que elegir. Cada enfermo debe elegir el suyo. La socialización de la Medicina facilita hoy esta elección. Pero, una vez elegido, no debe discutírsele, y esto sí que lo ha empeorado la socialización de la Medicina.”
“Obedecer es siempre empezar a curarse. Un medico modesto al que se sigue con fe es mucho más útil que un gran profesor al que se discute.”
Expresó su parecer sobre la mejor manera de dar información al paciente:
“Debemos declarar heroicamente que el médico no sólo puede, sino que a veces, debe mentir. Y no sólo por caridad, sino con el más riguroso criterio científico.”
“Mucho tiempo antes del auge de la Medicina psicosomática sabíamos todos que una piadosa e inteligente inexactitud deliberadamente imbuida en la mente de un enfermo puede beneficiarle más que todas las drogas de la farmacopea.”
Buscó la verdad, no siempre advertida sin matices:
“Aunque la verdad de los hechos resplandezca, siempre se batirán los hombres en la trinchera sutil de las interpretaciones.”
Y mostró la necesidad de entrega y humildad para ser buen médico:
“Generosidad absoluta, esto es lo que hace respetable la actitud del médico.”
“Ser, en verdad, un gran médico es el amor invariable al que sufre y la generosidad en la prestación de la ciencia... con la idea clavada en el corazón de que trabajamos con instrumentos imperfectos y con medios de utilidad insegura, pero con la conciencia cierta de que hasta donde no puede llegar el saber, llega siempre el amor.”
G. Marañón y Pío Baroja
Al Dr. Doña me remito nuevamente para indagar el pensamiento marañoniano extraído de su “Cuaderno de apuntes” (escrito entre 1937 y 1942, durante su exilio en París):
“La humanidad se divide en hombres buenos (los que son buenos a pesar de todo), que son muy pocos; hombres malos (los que son malos a pesar de todo), que son muy pocos también; y hombres que son buenos o malos según las circunstancias, y son los más.”“Las guerras las ganan unos, las pierden otros. A la larga, las pierden todos. Las revoluciones se pierden siempre. Y a la larga son siempre ganancia.”
Al hilo, añadiría otras tres frases en la que dejó plasmada su firme creencia en el poder de la razón frente al fanatismo:
“La multitud ha sido en todas las épocas de la historia arrastrada por gestos más que por ideas. La muchedumbre no razona jamás.”
“Es más fácil morir por una idea, y aun añadiría que menos heroico, que tratar de comprender las ideas de los demás.”
“El hombre que no duda es un peligro para los demás.”
Finalizo con una sentencia en la que refleja el amor a la humanidad, del médico y del hombre:
“El médico, en la guerra, es el único que no quiere matar, el único para quien no existe el enemigo, porque no hay enemigo capaz de esconderse dentro de un hermano.”
Para hacerse idea de su figura, enorme y humana, basta con remitirse al retrato elegíaco de Luis Rosales: “Elegía a Gregorio Marañón”. El poeta lo retrata como un hombre jovial, tranquilo, entusiasta, compasivo, entrañable… inolvidable en “la hondura de lo humano”.
G. Marañón y Madame Herriot (esposa de Édouard Herriot, político francés), en Toledo
Nota sentimental: Visita de Marañón a Galicia
Sobre la visita de Gregorio Marañón a Galicia, recurro a un artículo del Dr. David Simón en su blog Diario de un médico de guardia: “Marañón y Ourense”.
Anduvo Marañón por Ourense en 1936 impartiendo una conferencia en el Ateneo de Ourense, institución cultural que estaba presidida por Otero Pedrayo. Llegó el 3 de mayo de ese año (unos meses antes de la Guerra Civil) para impartir una conferencia sobre el Padre Feijoo, ourensano ilustrado y monje benedictino, una de las personalidades más relevantes de la intelectualidad española del siglo XVIII. Marañón había publicado un par de años antes su obra “Las ideas biológicas del Padre Feijoo” (1934). Tras su visita a Ourense, el Ayuntamiento colocó (6 de junio de 1936) una placa en homenaje a Marañón en la base de la estatua del Padre Feijoo, situada en los jardinillos que llevan su nombre en pleno centro de la ciudad.
Concuerdo con un comentario al mentado artículo en que algunos textos marañonianos debieran ser de obligatoria lectura en nuestras caducas Facultades de Medicina. Respecto a sus aparentes contradicciones, porque su perfil liberal y republicano se atenuó después de su regreso a España en 1942, y a su posicionamiento bioético clásico y conservador, como defensor de un paternalismo contrario a la información a los pacientes –que consideraba "moda perniciosa proveniente de Estados Unidos"– y a su defensa de la mentira –¿piadosa?– ante el enfermo, tengo mis reservas. Además, algunas posturas bioéticas mudan con los tiempos para, muchas veces, retornar afianzadas tras comprobar el error de nuevos postulados.
Enlace de interés:
Marañón en cuatro pinceladas, por el Dr. Juan V. Fernández de la Gala
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Apéndice marañoniano
Obras principales (Fuente: Fundación Gregorio Marañón) [Ordenamiento cronológico]
Obras Completas, Madrid, Espasa-Calpe, 1966-1977.
Medicina:
- Lecciones de Patología Quirúrgica tomadas en la cátedra del Dr. Alejandro San Martín, curso 1907-1908, Madrid, Vidal, 1907.
- La quimioterapia moderna según Ehrlich. Tratamiento de la sífilis por el 606, Madrid, Vidal, 1910.
- La sangre en los estados tiroideos, Madrid, 1910 (Tesis Doctoral, inéd.).
- Las glándulas de secreción interna y las enfermedades de la nutrición, Madrid, Ruiz, 1914.
- La doctrina de las secreciones internas. Su significación biológica y sus aplicaciones a la clínica, Madrid, Corona, 1915.
- (con Teófilo Hernando) Manual de Medicina Interna, Madrid, Ruiz, 1916.
- Sobre el diagnóstico y el tratamiento del bocio exoftálmico y de los estados hipertiroideos, Madrid, Valentín Tordesillas, 1917.
- La Edad Crítica, Madrid, Sociedad Española de Publicaciones Médicas, 1919.
- Nuevas orientaciones sobre la patogenia y tratamiento de la diabetes insípida, Madrid, Calleja, 1920.
- Problemas actuales de la doctrina de las secreciones internas, Madrid, Ruiz, 1922.
- La acción como carácter sexual, Madrid, Caro Raggio, 1925.
- Tres Ensayos sobre la vida sexual, Madrid, Biblioteca Nueva, 1926.
- Gordos y Flacos. Cinco ensayos breves sobre el estado actual del problema de la patología del peso humano, Madrid, Cuadernos de Ciencia y Cultura, 1926.
- El bocio y el cretinismo. Estudio sobre la epidemiología española y la patogenia de esta enfermedad, Madrid, Páez, 1927.
- Sobre los accidentes graves en la enfermedad de Addison y su probable patogenia, Madrid, Morata, 1929.
- Manual de las enfermedades del tiroides, Barcelona, Marín, 1929.
- La evolución de la sexualidad y los estados intersexuales, Madrid, Morata, 1930.
- Estudios de fisiopatología sexual, Barcelona, Marín, 1931;
- Lecciones explicadas durante el curso de Endocrinología, 1931-1932, Madrid, Librería Médica R. Cheno y Compañía, 1933.
- Once lecciones sobre reumatismo, Madrid, Espasa-Calpe, 1933.
- Ginecología endocrina, Madrid, Espasa-Calpe, 1935.
- Climaterio de la mujer y del hombre, Madrid, Espasa-Calpe, 1937.
- Problemas clínicos de los casos fáciles, Madrid, Espasa-Calpe, 1937.
- Estudios de Endocrinología, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1938.
- Manual de las enfermedades endocrinas y del metabolismo, Buenos Aires, Hachette, 1939.
- (con Charles Richet) Estudios de fisiopatología hipofisaria, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1940.
- Diagnóstico precoz de las Endocrinopatías, Lima, Revista Terapéutica Peruana, 1940.
- Nuevos problemas clínicos de las secreciones internas, Madrid, Afrodisio Aguado, 1940.
- (con Charles Richet) Alimentación y regímenes alimentarios, Madrid, Espasa-Calpe, 1942.
- Manual de diagnóstico etiológico, Madrid, Espasa-Calpe, 1943.
- (con Jesús Fernández Noguera) La enfermedad de Addison (estudio de 400 casos), Madrid, Espasa-Calpe, 1949.
- Crítica de la medicina dogmática, Madrid, Espasa-Calpe, 1950.
- (con Justo Gimena y Miguel Merchán) Diecisiete lecciones sobre el reumatismo, Madrid, Espasa-Calpe, 1951.
- El médico y su ejercicio profesional en nuestro tiempo, Madrid, Editora Nacional, 1952.
- El crecimiento y sus trastornos, Madrid, Espasa-Calpe, 1953.
- La medicina y nuestro tiempo, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1954.
- Fisiopatología y clínica endocrinas, México, Patria, 1955.
- La medicina y los médicos, Madrid, Espasa-Calpe, 1962.
Ensayos:
- Amor, conveniencia y Eugenesia, Madrid, Historia Nueva, 1929.
- Raíz y decoro de España, Madrid, Espasa-Calpe, 1933.
- Meditaciones, Santiago de Chile, Nueva Época, 1933.
- Vocación y ética y otros ensayos, Madrid, Espasa-Calpe, 1936.
- Vida e historia, Buenos Aires, Sur, 1937.
- Crónica y gesto de la libertad, Buenos Aires, Hachette, 1938.
- Tiempo viejo y tiempo nuevo, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1940.
- Don Juan, Madrid, Espasa-Calpe, 1940.
- Elogio y nostalgia de Toledo, Madrid, Espasa-Calpe, 1941.
- Ensayos liberales, Madrid, Espasa-Calpe, 1947.
- Españoles fuera de España, Espasa-Calpe, Madrid, 1947.
- Cajal, su tiempo y el nuestro, Santander, Viento Sur, 1950.
- Efemérides y comentarios, Madrid, Espasa-Calpe, 1955.
- El Greco y Toledo, Madrid, Espasa-Calpe, 1956.
Historia:
- El Empecinado visto por un inglés, Madrid, Ruiz, 1926.
- Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo, Madrid, Espasa-Calpe, 1930.
- Amiel. Un estudio sobre la timidez, Madrid, Espasa-Calpe, 1932.
- Las ideas biológicas del padre Feijoo, Madrid, Espasa-Calpe, 1934.
- El Conde-Duque de Olivares. La pasión de mandar, Madrid, Espasa-Calpe, 1936.
- Tiberio. Historia de un resentimiento, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1939.
- Don Juan. Ensayos sobre el origen de su leyenda, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1940.
- Luis Vives (Un español fuera de España), Madrid, Espasa-Calpe, 1942.
- Antonio Pérez (el hombre, el drama, la época), Madrid, Espasa-Calpe, 1947.
- Los tres Vélez (Una historia de todos los tiempos), Madrid, Espasa-Calpe, 1962.
- Expulsión y diáspora de los moriscos españoles, Madrid, Taurus, 2004.
Poesía: Poemas, Madrid, Espasa-Calpe, 1964.
Bibliografía (Fuente: Fundación Gregorio Marañón) [Ordenamiento ABC]
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- VV.AA., Hommage à Gregorio Marañón, Madrid, Institut Français en Espagne, 1962.
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