jueves, 29 de septiembre de 2011

Despersonalización del ejercicio de la medicina

Fuente: cinthiaolszakencuentroa

El ejercicio de la medicina, y especialmente en el ámbito de la atención primaria, lleva inmerso mucho tiempo en el fango del colectivismo. La despersonalización y la pérdida de autonomía es lo que prevalece desde hace años. Y no es sólo consecuencia de una imposición vertical, porque la presión horizontal –de los iguales del grupo o equipo de trabajo– controla al disidente librepensador. Algunos del grupo anteponen la anulación ajena al propio crecimiento profesional que en el fondo desean, faltos de humildad y carentes de ingenio, repletos de egocéntrica intolerancia y probablemente sobrados de envidia. Acaso los mismos que, sumidos en contradicciones, sufren también una falta de reconocimiento que los lleva a la desmoralización, ante la imposibilidad –no incapacidad– de superar la mediocridad. 

Es ésta una reflexión general, no personalizada, que puede aplicarse a otros espacios profesionales, donde las relaciones humanas han perdido espontaneidad ante la imperante rigidez. No es cuestión de individualismo, pero se están frustrando demasiadas aspiraciones legítimas en medio de la estulticia predominante. El statu quo sanitario revela un franco retroceso que se distancia demasiado de los postulados médico-humanistas; evidencia un medio en el que los individuos se han vuelto “masa”, y eso me repugna. Quienes se sienten incómodos en tal situación no debieran permanecer impasibles ante un sistema que despersonaliza y degrada, que a todas luces habría que rechazar con contundencia. Y aunque no es fácil conseguir una fuerza efectiva que logre imponer el noble propósito, es humillante someterse al viejo dicho gallego: "mexan por nós e hai que dicir que chove” (orinan encima de nosotros y hay que decir que llueve). No siempre es buena la resignación. A veces conviene desafinar...

Desafinado
***
Inspirado en una entrada del blog Humanismo vs. Burocracia política.

4 comentarios:

  1. Las brillantes personas que comenzaron a llamar a los pacientes "clientes", por un afán de crear una mentalidad empresarial en los médicos, crearon expectativas totalmente falsas en el grueso de la población.

    La gran diferencia entre un paciente y un cliente, es que el cliente siempre toma la decisión de ser cliente, el paciente, nunca.

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  2. Una apreciación muy atinada, amigo Tony. Se me ocurre una sentencia: cuando el paciente se vuelve cliente, el médico ya es mero asistente.

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  3. El paciente nunca debe perder la decisión de sus actos y proceder frente a su enfermedad, por aquello del consentimiento informado, vio?
    Pero de ahí a llamarlo cliente, ...
    Chau,
    Silvia.-

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  4. La consideración de cliente atañe más a la medicina privada; en el ámbito público parece algo ridículo. ¿No crees, Silvia?
    Saludos.

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