viernes, 10 de abril de 2020

El Cristo de Velázquez

Cristo crucificado (1639), Diego Velázquez

El extraordinario cuadro de Velázquez inspiró a Unamuno este poema...

¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?
¿Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno cae sobre tu frente?
Miras dentro de Ti, donde está el reino
de Dios; dentro de Ti, donde alborea
el sol eterno de las almas vivas.
  
El Cristo de Velázquez
poema de Miguel de Unamuno

Este «Cristo» es el libro mayor y el testamento de Miguel de Unamuno.
Juan Ramón Jiménez
***
Y a propósito del autor del poema, escritor y filósofo, valga lo que sigue. 

Sobre este poema y la poesía de Unamuno 
Rubén Darío: “Miguel de Unamuno es, ante todo, un poeta (…) El canto quizá duro de Unamuno me place tras tanta meliflua lira (…). Y ciertos versos que suenan como martillazos, me hacen pensar en el buen obrero del pensamiento que, con fragua encendida, el pecho desnudo y transparente el alma, lanza su himno o su plegaria, al amanecer, a buscar a Dios en lo infinito”.
El estilista es, a lo sumo, un imitador, mientras que poeta es el que sigue inexorablemente la primera de las reglas que Unamuno puso al frente de su "Credo poético" en 1907: "Piensa el sentimiento, siente el pensamiento". Y ahí mismo, contrario al precepto de Verlaine ["La música ante todo"], declaró: "algo que no es música es la poesía".
OBRAS DE UNAMUNO
  • Narrativa. Novelas: Niebla (1914), Abel Sánchez (1917), La tía Tula (1921), San Manuel Bueno, mártir (1930). Cuentos.
  • Ensayo: Vida de Don Quijote y Sancho (1905), Del sentimiento trágico de la vida (1913), La agonía del cristianismo (1925), Cómo se hace una novela (1927).
  • Poesía 
  • Teatro: La esfinge.
POEMAS DE UNAMUNO
Poemas Miguel de Unamuno (Selec.) –poesi.as
El Cristo de Velázquez (1920)

Unamuno (1930), Juan de Echevarría 

Al morir quisiera, ya que tengo alguna ambición, que dijesen de mí:
¡fue todo un poeta! Unamuno a Clarín (1900)

Sobre el escritor Miguel de Unamuno (Bilbao, 1864-1936, Salamanca)
Miguel de Unamuno –Biografías y vidas
Escritor y filósofo español, principal exponente de la Generación del 98. Estudió filosofía y letras en la Universidad de Madrid. Se doctoró con la tesis Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca. Fue catedrático de lengua y literatura griega, catedrático de historia de la lengua castellana y rector de la Universidad de Salamanca. También fue diputado de las Cortes constituyentes de la Segunda República, de la que se fue distanciando hasta el punto de secundar la sublevación militar que dio inicio a la guerra civil española, aunque terminó retractándose de su apoyo inicial y pronunciando su famosa frase: «Venceréis, pero no convenceréis». Y en sus apuntes manuscritos para El resentimiento trágico de la vida escribió: «Los motejados de intelectuales les estorban tanto a los hunos como a los hotros. Si no les fusilan los fascistas les fusilarán los marxistas».

 Activismo y confrontación política...

Entre otras cuestiones políticas: polemizó con Sabino Arana, cuando iniciaba su actividad nacionalista y consideraba a Unamuno como un vasco «españolista»; en 1894 ingresó en la Agrupación Socialista de Bilbao y la abandonó en 1897; sus constantes ataques al rey Alfonso XIII y al dictador Primo de Rivera hicieron que este lo desterrase a Fuerteventura en 1924, pero poco después fue indultado, lo que no evitó que se exiliase voluntariamente a Francia, primero a París y, al poco tiempo, a Hendaya. En 1889 viajó a Suiza, Italia y Francia, donde se celebraba la Exposición Universal y se inauguraba la torre Eiffel.  

Amistad y enemistad... 

Entabló amistad con Ángel Ganivet, intensificada hasta su suicidio en 1898. Finalizada ese mismo año la guerra hispano-estadounidense, en la que España pierde sus colonias, surge el Grupo de los Tres (Azorín, Baroja y Unamuno) y la llamada generación del 98. Polemizó con Ramiro de Maeztu y José Ortega y Gasset. Ramón Gómez de la Serna dijo que, cuando Unamuno entraba en la Revista de Occidente, Ortega se levantaba y se iba. A Pío Baroja le incomodaba su intransigencia, y escribió que «Unamuno se creía todo. Era, sin proponérselo, filósofo, matemático, geógrafo, filólogo, naturalista, arquitecto, además de vidente y de profeta» y «no hubiera dejado hablar por gusto a nadie. No escuchaba». Tampoco caía demasiado bien a Valle-Inclán ni a Fernando Pessoa, quien sufrió sus ninguneos y advirtió sus contradicciones. Imbuido de lo que él llamaba, con los neologismos que caracterizan su estilo, su alterutralidad o neutralidad activa, el gran filólogo Ernst Robert Curtius llegó a definirlo como Excitator Hispaniae.

Desconcierto y desencanto...

Los últimos días de vida (de octubre a diciembre de 1936) los pasó bajo arresto domiciliario en su casa, en un estado de resignada desolación, desesperación y soledad. Unamuno dijo que se había unido al movimiento salvador, que acaudillaba el general Franco, para salvar la civilización occidental cristiana y la independencia nacional, ya que se está aquí, en territorio nacional, ventilando una guerra internacional, y España no debía estar al dictado de Rusia ni de otra potencia extranjera cualquiera. Asistía al horror de la guerra civil, que consideraba verdadera enfermedad mental colectiva, una epidemia de locura con cierto substrato patológico-corporal, llena de inauditas salvajadas de las hordas marxistas, rojas, realizadas por bandas de malhechores degenerados, excriminales natos sin ideología, decididos a satisfacer feroces pasiones atávicas, en un régimen de terror. Pero temía que a un horror le sucediese otro, sabiendo que el terror también imperaba en la zona nacionalista... Y declaró su dolorido sentir: «Triste cosa sería que el bárbaro, anti-civil e inhumano régimen bolchevístico se quisiera sustituir con un bárbaro, anti-civil e inhumano régimen de servidumbre totalitaria. Ni lo uno ni lo otro, que en el fondo son lo mismo (...) No, no me he convertido en un derechista. No he traicionado la causa de la libertad. Pero es que, por ahora, es totalmente esencial que el orden sea restaurado. Pero cualquier día me levantaré —pronto— y me lanzaré a la lucha por la libertad, yo solo. No, no soy fascista ni bolchevique; soy un solitario (...) La barbarie es unánime. Es el régimen de terror por las dos partes. España está asustada de sí misma, horrorizada. Ha brotado la lepra católica y anticatólica. Aúllan y piden sangre los hunos y los hotros (...) Ésta es una campaña contra el liberalismo, no contra el bolchevismo. Todo el que fue ministro en la República, por de derecha que sea, está ya proscrito. (...) Vencerán, pero no convencerán; conquistarán, pero no convertirán». Murió de repente en su domicilio.

Preocupación intelectual y angustia existencial... 

Inicialmente, sus preocupaciones intelectuales se centraron en las cuestiones éticas y los móviles de su fe; el materialismo dialéctico no resolvió sus dudas existenciales y preocupaciones religiosas. Propuso que la solución de muchos de los males hispanos era «europeizar España»Literaturizó su pensamiento, primero con el ensayo Vida de don Quijote y Sancho (1905), obra en la que contradijo su tesis europeísta y propuso «españolizar Europa». Apuntó que la relación entre los dos protagonistas de Don Quijote de la Mancha simbolizaba la tensión existente entre ficción y realidad, locura y razón, que constituye la unidad de la vida y la común aspiración a la inmortalidad. Y literaturizó su experiencia personal a fin de dilucidar la oposición entre la afirmación individual y la necesidad de una ética social. El dilema planteado entre lo individual y lo colectivo, entre lo mutable y lo inmutable, el espíritu y el intelecto, fue interpretado por él como punto de partida de una regeneración moral y cívica de la sociedad española. Él mismo se tomó como referencia de sus obsesiones del hombre como individuo: «Hablo de mí porque es el hombre que tengo más cerca»
Unamuno paseando, María Cecilia Martín Iglesias

Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado.
Miguel de Unanumo

—Personalidad de Unamuno
Miguel de Unamuno –Rincón Castellano
Un hombre inquieto y rebelde, paradójico y contradictorio, ferozmente individualista, siempre rindiendo culto a su propia personalidad.
...la vida íntima de un hombre preso de una violenta crisis espiritual, angustiado por el porvenir de su familia. Algunas de estas cartas se convierten en verdaderas confesiones.
—Unamuno y el conocimiento
Ferviente defensor de la lectura y la sed de conocimiento, una de las frases más célebres de este excéntrico personaje era «Sólo el que sabe es libre y más libre el que más sabe. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas».  
—Unamuno prosista
 
—Unamuno políglota [Quien sólo sabe su lengua, ni aun su lengua sabe. Goethe]
Aparte de lenguas muertas, el viejo Rector de la Universidad de Salamanca hablaba con soltura francés, inglés, alemán e italiano y aprendió danés para leer a Søren Kierkegaard.
Yo, señor, apenas creo en la pedagogía como ciencia independiente, y cuando veo cómo ha trastornado los espíritus de no pocos maestros creo aun menos en ella.
—Unamuno individualista
Unamuno, «Excitator Hispaniae», Ernst Robert Curtius
A un individualista tan apasionado como Unamuno no se le puede encasillar en los límites de una sociedad. Basta con que el problema del destino español sea un punto neurálgico del trabajo espiritual de su existencia, para poderle unir abiertamente a los hombres de 1898. Pero su lucha por la solución del problema lo muestra desde en comienzo como el luchador que sólo está en sí mismo.

Miguel de Unamuno (1925-30), Maurice Frankes 


—Unamuno, viajero e iberista
Grandes viajeros: Miguel de Unamuno [Enamorado de España y Portugal]
No ha sido en libros, no ha sido en literatos donde he aprendido a querer a mi patria: ha sido recorriéndola”. Montaraz intelectual, el escritor bilbaíno gastaba zapatos anchos y cómodos, de caminar, y unos cuadernos de hule negro donde anotaba sus andanzas metafísicas por la intrahistoria de Castilla, Extremadura, La Mancha, Aragón, Mallorca, Galicia, Cantabria, el País Vasco, Portugal, Canarias...
A primeros de junio del 35, en el Hotel Palace de Lisboa, había recibido a su amigo del alma, el poeta Joaquim Teixeira de Pascoaes. Juntos, entusiastamente, recordaron su viaje mítico al Monte Maráo a la sierra de Marão, y sus afinidades literarias y filosóficas.
Los viajes de don Miguel de Unamuno a Portugal y su relación con lugares y gentes que conoció (políticos revolucionarios, pescadores pobres, libreros, cabalistas y poetas suicidas) componen una amalgama vital del Rector salmantino que sus biógrafos han ignorado o marginado. [Vídeo sobre el libro AQUÍ / Unamuno y Portugal]

Unamuno fue miembro de la Sociedad de Amigos de Portugal


Eternismo, no modernismo, es lo que yo quiero. Unamuno a Darío

–UNAMUNO Y RUBÉN DARÍO: DIFERENTES PERSONALIDADES

Rubén Darío era callado y tímido. Su discreción en el trato social era absoluta. Unamuno dogmatizaba ex cathedra, como buen pensador, como hirviente polemizador (…) Aparte de estas diferencias de personalidad, les separaba, todavía más profundamente, la distinta concepción y realización poética. (…) Unamuno estaba, por lo menos al principio, muy distanciado y displicente ante aquellos nuevos sones modernistas y nunca en verdad sintió agrado, y aun menos simpatía, por la obra de Rubén, que desdeñaba cordialmente y acusaba de afrancesada: “No hay autor en castellano más francés que usted”, le escribía con indisimulada descalificación. (…) La poesía de Unamuno era muy distinta. Más inclinada hacia su mundo interior, iba por otros caminos poco agradables para el oído por su dureza expresiva, poesía sin halagos formales, adusta e hirsuta. (…) Aunque durante mucho tiempo se tuvo en menos su obra poética —por cierto muy tardía—, como una pequeña distracción del ensayista y pensador, sin embargo, hoy se la considera como una de las más importantes del siglo XX por la gran riqueza de pensamiento y la intensa vibración emocional. (…) Y fue Rubén Darío, tan aparentemente alejado y ajeno de la poesía unamuniana, quien, con sorprendente anticipación, captó y proclamó la honda calidad de la obra poética del Rector de Salamanca: “Yo soy uno de los pocos que han visto en usted al poeta”, le dice en una carta. Y, al publicarse el primer poemario de Unamuno (Poesías, Madrid, 1907), envió a La Nación de Buenos Aires (mayo de 1909) un trabajo titulado “Unamuno poeta”, que éste valoró tanto que, posteriormente, lo incluyó como prólogo de su libro poético Teresa. (…) Verá usted [Valle-Inclán a Unamuno]: Rubén tiene todos los defectos de la carne: es glotón, bebedor, es mujeriego, es holgazán, etc. Pero posee, en cambio, todas las virtudes del espíritu: es bueno, es generoso, es sencillo, es humilde, etc. En cambio, usted almacena todas las virtudes de la carne: es usted frugal, abstemio, casto e infatigable. Y tiene usted todos los vicios del espíritu: es usted soberbio, ególatra, avaro, rencoroso, etc. (…) Unamuno tenía evidentes dosis de soberbia, envidia e intransigencia; era poco generoso, ferozmente individualista, egoísta y ególatra, él mismo decía que estaba enfermo de “yoísmo”. (…) La preeminencia intelectual eliminaba cualquier apetencia sensual, la austeridad y sobriedad casi puritanas le rodeaban (…) Alfonso Reyes afirmó, a la muerte del poeta nicaragüense: “Rubén tenía todos los pecados del Hombre, que son veniales, y Unamuno tiene todos los pecados del Ángel, que son mortales”.

Unamuno: el ‘‘enemigo’’ de Darío

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