Aquellos que están preocupados por abarcar los diferentes campos del saber y de las artes, al modo del irrepetible Leonardo –prototipo del humanista del Renacimiento–, adoptan una actitud renacentista. Historia, literatura, lenguas, pintura, escultura, arquitectura, música, biología, medicina… despiertan el interés de quienes quieren alimentarse del mundo sin conformarse con el monótono placer de un solo plato. Minerva los contempla sonriente. Probar algo de todo, ampliar el conocimiento, aun sabiendo de la imposibilidad de la omnisciencia, es la aspiración de los que vuelven la mirada a la excelencia de la cultura clásica. Abrazar la filosofía, el arte y la ciencia es el ideal del hombre completo.
Y ese hombre completo, integral, quizás no deba olvidar las cuatro aspiraciones del hombre del Renacimiento: el beatus ille («dichoso aquel...»), el carpe diem («atrapa el día»), el locus amoenus («lugar ameno») y el tempus fugit («tiempo que corre»); en definitiva, el deseo de una vida sencilla en el campo, aprovechando el momento, en un lugar idílico y reparando en que el tiempo vuela.
Folías de España
Folía: tema musical renacentista muy recurrente.
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