En los años sesenta, los Estados Unidos hicieron dos aportaciones significativas a la historia de la frivolidad humana. Inventaron dos expresiones que habrían de circular ampliamente por el resto del mundo, dada la eficiencia con que, a causa del espíritu imitativo de los humanos, o la creencia de que todo lo que viene de América del Norte es cosa buena, se reproducen estas cosas. La primera fue la expresión mayoría silenciosa. La inventó el vicepresidente Richard Nixon (…) La segunda expresión fue el término políticamente correcto o incorrecto, según el caso. Lo “políticamente incorrecto” es, con frecuencia, lo que todo el mundo opina realmente, pero que nadie se atreve a decir en público para no desentonar.
Es lo que suele pasar, lo que sigue pasando, a
pesar de creer que tenemos libertad de pensamiento. Y si es así, que pensamos
lo que queremos, y en lo que creemos, seguimos siendo hipócritas, más que
prudentes, cuando no manifestamos nuestra manera de pensar cuando hay
discrepancia con la de otros, a menudo con mayor potestad de decisión. Nos
engañamos a nosotros mismos. Ni el ámbito sanitario se escapa al fingimiento: objetivos
de salud engañosos, mentiras clínicas más o menos piadosas, disimulo de carencias
organizativas, falseamiento de listas de espera... Pero, ¿por qué no somos
libremente francos? ¿Por qué no abrazamos con naturalidad el punto justo y verdadero, lo espontáneamente sincero?
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Tornado (Tornado del punto G)
The Yellow Shark - Frank Zappa & Ensemble Modern
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