«Los años nuevos vienen, los años viejos se van...». Hoy se acaba el año y mañana comienza otro nuevo. Como siempre, con lo bueno y con lo malo en diferente proporción. Y hallo la mejor definición de los contrastes de la vida –en un ciclo que se repite– en el poema «El año» (The Year) de Ella Wheeler Wilcox.
¿Qué se puede decir en las rimas de Año Nuevo,
que no se haya dicho mil veces?
Los años nuevos vienen, los años viejos se van,
sabemos que soñamos, soñamos que sabemos.
Nos levantamos riendo con la luz,
nos acostamos llorando con la noche.
Abrazamos el mundo hasta que nos pica,
entonces lo maldecimos y suspiramos por alas.
Vivimos, amamos, cortejamos, nos casamos,
enguirnaldamos a nuestras novias, amortajamos a nuestros muertos.
Dice este precioso villancico del siglo XVI, conservado en el Cancionero de Uppsala,que no debemos dormir la Noche Santa. Se creía anónimo, pero el autor de la letra es el poeta renacentista Fray Ambrosio Montesino, y la música la puso el compositor Bartomeu Cárceres, vinculado a la corte valenciana del virrey Fernando de Aragón. Su forma es como la del zéjel (canción) andalusí que lo precedió: se inicia con un estribillo, continúa con una estrofa que tiene tres versos monorrimos (mudanza) y un último verso llamado vuelta y, al final, se repite el estribillo. La música, dulce y serena, envuelve apropiadamente el poema.
No la devemos dormir
la noche sancta.
¡No la devemos dormir!
La Virgen a solas piensa
que hará,
quando al Rey de luz inmensa
parirá,
si de su divina esencia
temblará.
¿O que le podrá dezir?
No la devemos dormir
la noche sancta.
¡No la devemos dormir!
No la devemos dormir, Fray Ambrosio Montesino/Bartolomeu Cáceres
Traemos un cuento ajeno, sin firma de su autoría, que transcurre en el escenario médico y en tiempo navideño. ¡Ah!, un tiempo a la vez alegre y triste; alegre por los buenos recuerdos y triste por las desgracias y las ausencias.
Había tenido que ingresar en el hospital durante las Navidades. Le habían diagnosticado una grave enfermedad los días previos. Sabía que, seguramente, ésta era su última Navidad y, sin embargo, no estaba triste. Hacía ya muchos años que vivía solo. Su mujer había muerto y no tenía hijos. Los últimos años de su existencia habían estado llenos de privaciones que nunca pensó que podría padecer. No podía permitirse nada que no fuera estrictamente necesario: ahorraba en comida (pasando hambre), en ropa (no recordaba cuándo se había comprado la última), tampoco podía encender la calefacción y pasaba mucho frío en invierno. Su casa estaba destartalada, pero al menos era suya.
Sin embargo, para él lo más doloroso no eran las privaciones que estaba pasando, sino la soledad en la que transcurrían sus días y sus noches. ¡Qué largas se hacen las noches de invierno cuando hace un frío que cruje los huesos y no se tiene con quien cruzar palabra, y especialmente en Navidad!Por eso, cuando le dijeron que tenía una grave enfermedad, el mundo no se le vino encima. Hacía mucho tiempo que había perdido su sitio en él. Cuando muriese no iba extrañar al mundo y estaba seguro que el mundo no le iba a extrañar tampoco a él.
Durante los días que llevaba ingresado en el hospital estaba contento. Comía caliente, no pasaba frío y tenía con quien charlar. El tiempo libre, aquel en el que no le estaban haciendo pruebas o poniendo medicación, lo dedicaba a pasear por el pasillo y visitar a otros pacientes que estaban ingresados como él y no podían moverse de la cama; charlaba con ellos y se deseaban mutuamente feliz Navidad.
Las enfermeras de la planta y los médicos se esforzaban por ser amables y trataban de hacerle reír. Las enfermeras incluso le daban besos. Durante sus últimos años no recordaba que le hubieran sonreído y deseado una feliz Navidad en tantas ocasiones. Por eso estaba feliz y trataba de devolver parte de aquella alegría que recibía. No importaba que fueran sus últimas Navidades, eran mejores que las anteriores.
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Triste historia de pobreza y soledad; el desgraciado que las padece no siente pena por dejar este mundo, el mundo que no le es propicio, aunque el hospital que lo alberga en sus últimos días le proporciona el calor humano que antes no tenía.
Adagio del Concierto para trompeta de Joseph Haydn
después, miseria de postguerra... (¡Repartid errores!,
más allá de idearios, de si buenos y malos,
de si locos y cuerdos. ¡Pensad, mujeres y hombres!)
—De mitos, clero, reino, meigas… vuelvo al frente
la mirada y callo. En granítico noroeste, mi Galicia
vive en paz. Ahora toca preservarla,
en el siglo XXI y por los siglos de los siglos.
[2024, 12 feb.]
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(1) Obra iniciada en 1857 e inacabada, Os Eoas («Los hijos del Sol») de Eduardo Pondal es, junto a Os Calaicos (1894) de Florencio Vaamonde, uno de los dos poemas épicos de Galicia.
(2) El elemento celta parece configurar en buena parte el alma gallega.
(3) En el siglo XV, después de la gran tradición lírica galaicoportuguesa (ss. XIII-XIV), el gallego deja de ser lengua culta, relegándose a idioma cotidiano del vulgo.
(4) María Pita: heroína de la defensa de La Coruña (1589) contra la Invencible Inglesa (Contraarmada o Expedición Drake-Norreys).
(5) Fueron tres batallas de la Guerra de la Independencia (1808-1814) acaecidas en 1809 en Galicia, cuando los franceses eran enemigos invasores. Pocos años antes, cuando estos eran aliados y los ingleses enemigos, sucedió la batalla de Brión (o de Doniños, costa de Ferrol), en 1800, como parte de la guerra anglo-española (1796-1802). En todas estas batallas, los locales galaicos-hispanos resultaron vencedores.
(6) Con el Rexurdimento se recupera el gallego como lengua literaria.
(7) El Grupo Nós o Generación Nós («Nosotros») fue una relevante agrupación cultural que agrupó a escritores y artistas gallegos, como Vicente Risco, Ramón Otero Pedrayo y Castelao, que fundaron la revista Nós (1920-1936) y trabajaron en pro de la defensa de la lengua, la cultura, la tierra y la gente de Galicia.
La interacción entre los médicos y sus parientes que piden atención médica puede ser compleja. Además, esta posibilidad está muy condicionada por los aspectos culturales. La interacción puede comenzar al pedir un simple consejo, consultar sobre una dolencia menor y con preguntas generales sobre la asistencia médica y la promoción de la salud. Esto puede intensificarse hasta solicitar atención médica e incluso cirugía. Los médicos a menudo son el primer contacto de apoyo médico y emocional para sus parientes. Los médicos pueden ofrecer atención inmediata en casos de urgencia y contribuir a un autocuidado bien informado en base a evidencia. Aparte de las urgencias, ofrecer información general sobre salud o para problemas de salud menores, los médicos deben evitar tratar a sus personas cercanas.
No es fácil para el médico tratar a un familiar o a una persona cercana. Incluso puede ser inconveniente que trate a un allegado. Porque hay condicionantes éticos y emocionales que impiden que haga un tratamiento objetivo. Además, el paciente también se ve mediatizado por el médico cercano: su autonomía, su libertad para tomar decisiones, puede verse mermada. De modo que, salvo urgencia, información general de salud, problemas menores o excepciones que confirman la regla, el médico debe abstenerse de tratar a familiares o personas próximas.
Aunque los consejos generales pueden brindarse sin problema a cualquier persona, cuando se trata de una consulta completa y una revisión a fondo, los especialistas coinciden en que resulta conveniente dejar a otro colega que atienda a tus familiares para evitar problemas innecesarios o que puedan poner en peligro las relaciones personales.
Desde un punto de vista legal no hay ninguna normativa que lo prohiba. Aunque sí es cierto que se puede dar un conflicto de intereses al tratar a alguien del propio entorno familiar.
A esta pieza lírica para piano de Edvard Grieg, una nana, le hemos añadido una letra, haciéndola canción, igual que a «La paz del bosque», «Canción del marinero» y otras piezas líricas que esperamos traer a este espacio. Las consideraciones que hicimos en la primera pieza, valen también aquí.
La informática es una herramienta inestimable para el ejercicio de la medicina, e imprescindible en la actualidad para que funcione el sistema de salud. Estamos en la era de la salud digital. Son evidentes los beneficios de la informática en salud: reducción de errores y costos, mejora de la coordinación interprofesional. Sin embargo, ahora también es un condicionante del funcionamiento de los servicios de salud; si hay un fallo informático –una ‘‘caída informática’’–, los procedimientos médicos dejan de ser operativos y los profesionales se ven imposibilitados para ejercer sus funciones. Esto puede verse como algo anecdótico, por no ser lo habitual, o como un drama de la medicina actual, por ser frustrante cuando sucede. Es el odioso sometimiento informático... Y no entremos en la relación humana que la medicina entraña, pues aunque la informática no mejora la relación médico-paciente, los fallos informáticos pueden generar crispación de los usuarios, que sufren los galenos siendo víctimas. En fin, es el avance de los tiempos y sólo caben estrategias que minimicen las malas consecuencias de las caídas informáticas.
¡Ah!, somos esclavos de la informática...
Obertura de Los esclavos felices, Juan Crisóstomo Arriaga
Sabemos que nuestra existencia no se desarrolla en un eterno paraíso, que la supervivencia no es fácil para todos los humanos, que en el camino hay obstáculos que nos hacen tropezar y desastres que nos ponen a prueba. Y por tantas dificultades, nos cuesta mantener el equilibrio emocional. Así que tal vez nos ayuden algunas recomendaciones, algunos consejos para una vida soportable:
No pretendas placer eterno: el dolor es inevitable y debes superarlo.
No esperes todo gratis: alimento y techo hay que ganarlos con sacrificio.
No llores sin tregua: controla las emociones.
No hay camino llano: sobreponte a las adversidades.
Por supuesto, pueden darse otros consejos (aconsejar no cuesta nada, seguir lo aconsejado sí), pero estos cuatro nos parecen significativos.
En la España vaciada –o que han vaciado– faltan profesionales esenciales. Entre ellos, médicos, médicos de pueblo de toda la vida, aunque tengan ahora otra denominación moderna. La cuestión es cómo seducir a los licenciados en medicina de familia para que se convenzan de las bondades de ejercer en el medio rural, y sobre todo en los lugares más inhóspitos. En el pasado, los profesionales de la medicina que ejercían de médicos rurales tenían que sacrificarse con un horario prácticamente continuado (no solía haber turnos de guardia, salvo en fines de semana o festivos), pero tenían ciertas ventajas, entre ellas la casa del médico. También ahora cabría otorgar prebendas para que los médicos de familia se animasen a entregar su vida profesional al servicio de una comunidad rural.
Hacer atractiva la medicina rural es la única solución para que los médicos rurales, los médicos de pueblo, no acaben por desaparecer. Sin relevo no hay nada que hacer. Así lo manifiestan los veteranos médicos protagonistas, que se sienten los últimos ejercientes de una medicina casi romántica.
Tomamos nota de un artículo (*) que analiza los santos patronos de la medicina, santos y santas declarados como tales por la Iglesia, que los devotos consideran protectores de ciertas enfermedades, por analogía del martirio que esos santos sufrieron. Y de los de cerca de 300 santos relacionados con la medicina –por su advocación, protección o patrocinio– valgan los siguientes ejemplos representativos (con su martirio entre paréntesis):
San Lucas, patrono de los médicos en general
(Era médico y murió ahorcado.)
Santos Cosme y Damián, patronos de los cirujanos
(Gemelos, eran médicos altruistas y fueron descoyuntados.)
Santos Liborio y Zoilo, patronos de los urólogos
Santa Águeda, patrona de las enfermedades de la glándula mamaria
(Le mutilaron los pechos.)
Santa Lucía, patrona de los enfermos de los ojos
(Le arrancaron los ojos.)
Santa Apolonia, patrona de los odontólogos
(Le destrozaron los dientes.)
Y nosotros habíamos aceptado al Santo Job, por su infinita paciencia, como patrón de los médicos de familia; pues, sumidos en inconvenientes, el humor es necesario.
Como la música también es esencial en este blog, nada mejor que sonorizar esta entrada con una oda a Santa Cecilia, patrona de la música y los músicos.
Esta gran pianista cuenta con un gran mecanismo interpretativo y un estilo melódico perfectamente adaptado a su repertorio. “Los llamados problemas técnicos sólo son una función psicológica. Algo que el cuerpo tiene la capacidad de hacer, algo como la habilidad para caminar. Nunca les presto atención a estos inconvenientes porque siempre son problemas de interpretación y la solución está en resolver primero las inquietudes musicales”, dijo a la revista Pianist.
En una entrevista para Musical Toronto, señaló:
“No me gusta construir un repertorio cronológico o sencillo. Me gusta tener una evolución emocional. Yo no actúo para entretener al público, sino para hacerlo sufrir. No me gusta cuando las personas aplauden después de una pieza musical trágica. Para mí la música no es para entretener, por eso cuando llegué a Estados Unidos me sorprendió que la música clásica se incluyera en la sección de entretenimiento. Yo no quiero ser un entretenimiento”. Desde 2008 los vídeos de sus interpretaciones han tenido un gran seguimiento debido a la claridad de exposición de las obras, a su virtuosismo extraordinario y a una pureza estilística que la coloca a la altura de las mejores interpretaciones disponibles de las obras.