Contemplando una hermosa puesta de sol sobre el mar, con el inevitable fin del día, el poeta, dolorido y cansado, expresa su deseo de reposo eterno.
Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde... El día,
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.
Pero su seno el mar alzó potente,
y el sol, al fin, como en soberbio lecho
hundió en las olas la dorada frente,
en una brasa cárdena deshecho.
Para mi pobre cuerpo dolorido,
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada...
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar, y no pensar en nada...!
*Análisis AQUÍ. La puesta de sol como presagio de la muerte, el mar como símbolo y el deseo de descanso definitivo (no pensar en nada).
***
Puesta de sol, atardecer, anochecer, crepúsculo, ocaso.
Por cierto, la pasión por las puestas de sol se llama opacarofilia.
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