POBREZA
Al ver sus manos atadas,liberárselas quisiera;al ver su triste mirada,fue mía también su pena.SEVERINO ABRÉ, Indigente
I
Si quien más tiene no es más rico que
quien menos necesita, este dicho no niega
la triste realidad de los desheredados.
Y si unos, sin razón, teniendo quieren más,
otros tienen derecho a querer lo preciso.
No olvidamos la paradoja:
hay pobres llenos de optimismo
y ricos que por nada lloran; es la sonrisa
de aquéllos su mayor riqueza y de éstos
es la insatisfacción su gran miseria.
También hay ricos que malviven pobremente
y pobres que aparentan vivir como pudientes.
Pero pensemos en los que nada poseen,
que ni aparentar pueden, personas maltratadas
por el presente y con futuro opaco.
Merecen su oportunidad;
es cuestión de justicia, no de caridad santa.
Francamente, las manos pueden dar,
sin fariseísmo o lavado de conciencia,
y así ofrecer con las mejores intenciones.
II
Cuando alguien se refiere a «esta vida»
es que confía en otra, u otras. (¿Válido consuelo?)
Ser pobres en la tierra
para gozar en las alturas
nos lleva a los espacios de la fe. (¿Acaso basta?)
Lo mismo que leyendo las vidas ejemplares,
los cuentos nos deleitan
con personajes que con poco sobreviven.
Ejemplos que consuelan, y aun alegran
si el final es feliz, porque su suerte cambia.
Volviendo a lo real, centrándonos en eso
que los sentidos nos informan
y el entendimiento nos aclara,
es justo pretender comunidades justas,
soñando un mundo al fin sin pobres.
Ganar por propia mano el sustento
sería el ideal, no habiendo impedimentos.
Pan para todos beneficia a todos.
Sin pobres, ni el poeta tendría que lamentarse
como en tiempo de miseria, de mentira y de infidelidad.
[2021, 19 en.]
Pobreza (del film Érase una vez en América), Ennio Morricone
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