Hay muchos médicos de familia, mujeres y hombres, entregados a su oficio, entusiastas en grado extremo, que creen en lo que hacen y mantienen su entereza, a pesar de obstáculos y sinsabores que, a diario, dificultan o entorpecen su camino.
La labor del médico de familia es exigente, y cada vez más, en medio de desafíos permanentes y dificultades crecientes. La sobrecarga de trabajo y la precariedad laboral son parte de sus adversidades. Por encima, la infravaloración de su labor es la norma. Pero, aun con todos los inconvenientes de su ejercicio profesional, no llega a quebrarse su espíritu vocacional... De modo que el médico de familia entregado merece reconocimiento. Sí, un gran reconocimiento.
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Lágrima, Francisco Tárrega
