El médico, en la guerra, es el único que no quiere matar, el único para quien no existe el enemigo, porque no hay enemigo capaz de esconderse dentro de un hermano. Gregorio Marañón
Reproduzco un comentario propio al texto “La rebelión de los pacientes”, una réplica a la propuesta de sanciones por el abuso de los servicios de urgencia.
Pienso que las relaciones médico-paciente no tendrían que
salirse de madre en ningún sentido. Médico y paciente no debieran verse nunca
como enemigos, a pesar de la animadversión que pueda llegar a suscitarse en
ocasiones de uno hacia otro, fruto de tensiones, malentendidos,
insatisfacciones o inmadureces personales.
Una persona, afligida por un problema o una duda de salud,
recurre a otra, obligada por el deber profesional y ético, para que la ayude o
le dé una respuesta sanitaria. Nada que objetar, es lo normal. El problema
surge cuando la demanda, a veces convertida en irracional exigencia, no se
produce en el momento o el lugar adecuado.
Son muchos los ejemplos de mal uso y abuso de los servicios
sanitarios, ya referidos por otros. Algunos pueden no ser reconocidos por un
lego; otros son evidentes para cualquiera con sentido común. Otra cosa es la
calidad técnica y humana de los profesionales de la medicina, lo que nos
llevaría a una pertinente diferenciación entre buenos y malos.
Y por supuesto siempre se hacen valoraciones diferenciadas
entre los ámbitos sanitarios público y privado, pues las relaciones
contractuales difieren. No es difícil constatar la variación de proceder, desde
luego criticable, de un mismo galeno en uno u otro. De ahí el legítimo debate
obligatoriedad/no obligatoriedad del aseguramiento sanitario público.
La figura del médico tiene una carga simbólica demasiado
grande, cambiante en el tiempo como la propia sociedad y evolucionada por
especializaciones y ultra-especializaciones. No se pude reducir todo a una
crítica (la de Molière, que en la comedia El enfermo imaginario se burla de la ignorancia de los médicos de su tiempo, en su contexto histórico bien podría dirigirse a
educadores, jueces y políticos) o una loa global. Si bien el médico no es un superhombre,
es impensable una sociedad sin sanadores.
No, los médicos no son ni dioses ni demonios. Y, queramos o no, médicos y pacientes están condenados a entenderse.
Haya paz entre médicos y pacientes, entre todas las gentes...
Construyendo un camino de
paz: Oda a la Alegría
por Pete Seeger (1919-2014), el músico sincero,
recientemente fallecido, a quien queremos recordar siempre
Mi querido José Manuel: quiero dejar aquí constancia de mi enorme respeto y mi gran admiración hacia los médicos. Soy madre de uno y puedo dar fe de la enorme calidad humana que os distingue, por el enorme esfuerzo que supone llegar a serlo, por el enorme trabajó que realizais y por la extraordinaria calidad humana que, en general y salvo alguna excepción, os caracteriza.
ResponderEliminarMoitos bicos, meu amigo!!
Es indudable que las relaciones humanas han ido cambiando en las últimas décadas, probablemente a peor, por imponerse el "todo vale" sobre la cordialidad, y en todos los ámbitos sociales. En este sentido -y acaso en otros- estamos más cerca del Infierno que del Paraíso. Pero bueno, no nos inquietemos, querida Lola, y dejemos que el espíritu se llene de melódica energía.
EliminarBesos.
Como siempre, mi querido amigo, hablas con razón...
ResponderEliminarSuscribo todo lo que dices.
Un abrazo, desde un lugar que no es Cielo ni Infierno.
No sé si con razón, amigo Paco, pero trato de hacerlo con prudencia.
EliminarUn "glorioso" abrazo.