Después del anuncio de pandemia gripal de 2009 y las posteriores denuncias de manipulación, o de marketing del miedo, se ha perdido la confianza en la Organización Mundial de la Salud (OMS), el teórico máximo garante de la Seguridad Sanitaria Internacional.
Por su lado, las autoridades sanitarias hispanas ya habían perdido la credibilidad a los ojos de los profesionales de la salud a los que enviaban mensajes confusos y contradictorios, sin adoptar medidas sensatas y serenas y haciendo oídos sordos a las recomendaciones de los propios médicos que tenían que hacer frente a un problema artificialmente generado.
Las mismas autoridades que se han planteado establecer medidas preventivas, en concreto prescripción de ejercicio físico, habiendo llegado a la conclusión de despacho de que desde las consultas no se atiende a este aspecto por falta de preparación de sus administrados y que los médicos precisan cursillos específicos. ¡El colmo del cinismo!
Quienes tienen la máxima responsabilidad de ordenar, planificar, regular, controlar el gasto y mejorar la calidad asistencial, se pierden en devaneos que rayan lo esquizofrénico. Ni que decir tiene que rehúsan mejorar las condiciones laborales de los profesionales; les importa un bledo si no tienen tiempo para dedicarse a la medicina o si el desquiciante papeleo les revienta las neuronas.
Sin derrotismo, advierto una situación de absoluta desconfianza; los sanitarios públicos no se fían de la autoridad sanitaria. Y en un ambiente de escepticismo, es fácil comprender la peculiar situación socioeconómica y sanitaria del estado español. Se hace necesario modificar actitudes y promover un mínimo de entusiasmo. Por el bien de la sanidad y de la sociedad.
José Manuel; leyendote hoy, como en otras ocasiones, siento que me identifico contigo en muchos aspectos profesionales (aunque tu profesión y la mía no tengan nada que ver). Cuando voy a la consulta de mi médico solemos acabar compartiendo nuestras opiniones e inquietudes, que son generalemnte coincidentes.
ResponderEliminarTerapia laboral, je, je.
Bicos.
Tengo la sensación, querida Lola, de que cuando levantamos la voz reivindicando lo que creemos justo, o cuando rechazamos lo que consideramos inaceptable, estamos luchando contra molinos de viento. A pesar de todo, me parece necesario perseverar en la quijotesca búsqueda de un ideal, aunque sea inalcanzable.
ResponderEliminarUn melódico bico.
Los planificadores de salud comenten la barrabasada de trabajar en base a coberturas amplias y no en calidad y en los beneficios de los que proveen los servicios, entre ellos, los médicos. Para un planificador de salud, ver aumentar los guarismos en la celda de Atendidos/atenciones es más satisfactorio que darse una vuelta y ver las condiciones en las que esas estadísticas son posibles. Ahora, si el planificador gana comisiones cada vez que aumentan esos guarismos, su satisfacción aumenta en la misma proporción.
ResponderEliminarMala cosa, amigo Tony, cuando la Sanidad pierde su cometido de servicio comunitario (desinteresado) y se convierte en un mercado de intereses.
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