sábado, 18 de junio de 2022

Carlos Oroza, poeta oral

Portada libro Editorial Elvira

Oh Eva 
Évame eva 
Évame si me transito.

CARLOS OROZA

Intérprete genial de su obra,
escasa y revisada de continuo,
escurridiza como arena, fluente como el agua.

Recreador de palabras,
palabras largamente encadenadas en horizontales estructuras
de versos anchos, ríos de notas audibles y sonoras, esquivas a cementerios 
de signos,
que nacen y mueren, que reviven y vuelven a morir, como la música.

Oteador del mundo, salvaje contemplativo
hacia la magia verbal que lo recrea con extraña sensualidad,
con ásperos acentos críticos que se clavan
y súbitos vocablos que deslumbran o que hechizan.

Maldito una y mil veces y nunca maldecido,
audaz indagador subterráneo,
hechicero de la lengua que une las orillas de distantes playas,
que busca sin buscar
el poema total, inextinguible, sumido en las contradicciones.

Alma donde se funde lo melódico con lo pictórico
y lo arquitectónico, entre sonoridades que persiguen
una rara belleza, evitando todo obstáculo aprisionador,
creando una atmósfera ingrávida que se llena de paz.

Caminante de mares, andarín del asfalto, flâneur
que rechaza el tumulto, solitario que prefiere el silencio,
irrespetuoso y respetable peregrino,
negador de fronteras en territorios bien delimitados,
desconcertado entre la niebla callejera, 
sin terrenal asiento, paseando su derrota...

Hombre que no renuncia a la infancia,
que es de aquí y de ninguna parte,
por adultez y senectud transitando,
pretendiendo liberarse de cadenas perdurables, imposibles
de ablandar —¡como morder el aire!—, 
anclado en el presente como niño perpetuo.

[2022, 12 may]

«Adagietto» de la Sinfonía n.º 5 de Mahler
***
Sobre Carlos Oroza (1923-2015)
(Vivero, 1923 - Vigo, 20 de noviembre de 2015). Poeta español conocido por la interpretación de su propia obra, una obra es escasa y frecuentemente reescrita, de verso libre y original, de algún modo transgresora. Oroza abogaba por la oralidad y consideraba a los libros «cementerios de signos». Se consideraba un «salvaje contemplativo» y era un caminante literario a modo de flâneur; también libertario y contradictorio: «Me contradigo porque contengo multitudes», decía. Consideraba una trinidad artística: la pintura, la arquitectura y la música. Su obra completa fue recogida en un libro titulado Évame (2015, Editorial Elvira). Título con uno de sus neologismos, de las muchas palabras que el poeta inventaba.

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