Leoš Janáček |
Leoš Janáček (1854-1928), compositor checo nacido en una familia de maestros de escuela, demostró tempranamente talento musical, se ganó la vida como profesor de música y director de coros de aficionados, se casó con una de sus alumnas, Zdenka Schulzová, fue director de la Escuela de Órgano de Praga, estudió la música tradicional de Moravia como folklorista, fue crítico y no alcanzó el éxito como compositor hasta después de cumplir los sesenta años. Admiró a Smetana y Dvořák, compositores que influyeron en sus propias creaciones; también a Tchaikovsky, pero se expresó contrario a la música de Wagner. Se declaró rusófilo y paneslavista, y cofundó el Círculo Ruso, dejándose influir en sus obras por su nacionalismo. En lo personal sufrió la muerte temprana de sus dos descendientes, primero de su hijo menor, Vladimir, y después de su hija (a su memoria escribió la Elegía a la muerte de mi hija Olga, 1903, y le dedicó la ópera Jenůfa, 1904), motivos, junto a infidelidades, que desembocaron en una crisis matrimonial que lo alejó de Zdenka.
En 1917 acudió al balneario de Luhačovice para recuperarse de su abatimiento y allí conoció a Kamila Urválková (1891-1935), mujer casada y treinta y siete años menor que él, de la que el compositor se enamoró perdidamente. No llegaron a vivir juntos, pero mantuvieron una larguísima relación epistolar y Kamila le inspiró varias de sus mejores composiciones.
Al cumplir 70 años (1924), se publicó su biografía, escrita por su amigo Max Brod, crítico teatral y dramaturgo con quien había mantenido una relación personal y profesional desde 1916, en plena Primera Guerra Mundial.
En agosto de 1928, durante una excursión campestre con Kamila y su hijo Otto, cogió un resfriado que acabó en neumonía y falleció el día 12 de agosto en el hospital de Ostrava. En su funeral sonó la música de la escena final de su ópera La zorrita astuta, según sus deseos. Janáček fue enterrado en Brno, ciudad donde había pasado toda su vida productiva.
La plenitud creativa de Janáček fue tardía y duró unos 10 años, desde 1918 (al finalizar la Primera Guerra Mundial, con la destrucción del Imperio austrohúngaro y la constitución de la República de Checoslovaquia como un estado independiente), cuando el compositor tenía 64 años, hasta su muerte. Su música es muy original y en ella hay sentido del humor.
Entre las obras principales de Leoš Janáček están: la ópera Jenůfa (1904), la rapsodia Taras Bulba (1918), el ciclo de canciones Diario de un desaparecido (1919), la ópera Katia Kabanová (1921), la ópera La zorrita astuta (1923), el sexteto de viento Mladi (Juventud, 1924), la Sinfonietta (1926), la ópera El caso Makropulos (1926), la Misa glagolítica* (1927), el Cuarteto de cuerda número 2 (1928) y la ópera De la casa de los muertos (1928), última composición.
*En alfabeto glagolítico.
En la música vocal de Janáček hay una relación entre acento de la palabra (prosodia) y la entonación de la lengua con la música, conformando melodías de las palabras (o melodías del habla), de una manera peculiar, diferenciable. Y en general crea sonoridades envolventes, embriagadoras. Se ha comparado su música con la de Mussorgsky, compositor anterior (y si pensamos en un músico posterior, podríamos atrevernos a relacionarlo con Prokofiev, también ruso). En cualquier caso, y aun bebiendo de corrientes musicales ajenas, como el impresionismo, el compositor mantiene un estilo muy personal que lo vuelve genial e inimitable.
Leoš Janáček – How he became famous
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Leoš Janáček y la identidad checa –ÓperaActual
Tras analizar en profundidad las canciones y ritmos de la música campesina y las inflexiones de la lengua hablada, Janácek creó un canto basado en la prosodia checa con melodías ligadas a la acentuación natural del idioma.
(...) el compositor buscaba la manera de expresar a través de la música todas las circunstancias de su vida (...) Janácek realizaba observaciones sobre los influjos psíquicos del lenguaje. Se trataba más que de la explotación mecánica de motivos corrientes del habla, de realizar la transposición [conversión] en música de toda la agitación que invade al individuo en el momento en que se expresa. He aquí al autor: "En la época de composición de Její Pastorkyňa [La hija adoptiva o Jenůfa] yo bebía, literalmente, la melodía de las palabras (...) Yo experimentaba una alegría silenciosa ante la belleza de estas melodías, la justeza y la fuerza de su expresión. Es que me era posible llegar a la mayor profundidad del alma de la persona que escuchaba hablar a través de la música de las palabras".
Jenůfa (una pequeña muestra de la ópera)
«JENŮFA de Janáček es una obra maestra oscura e impresionante, tanto musical como dramáticamente. En esta historia profundamente conmovedora, Kostelnička ahoga en secreto al hijo ilegítimo de su hija adoptiva Jenůfa, con la esperanza de salvar a Jenůfa (y a ella misma) de la vergüenza y la humillación. Cuando se descubre el asesinato, Kostelnička acepta las consecuencias, pero Jenůfa termina la ópera con esperanza en el futuro».
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