martes, 18 de febrero de 2025

Credo político

 
Me gusta la democracia. Me gusta la libertad individual y me gusta la cultura. No me gusta que funcionarios ignorantes o despóticos interfieran innecesariamente en la vida privada. No me gusta ver el pensamiento creativo aplastado por la tiranía de estúpidas mayorías. No me gusta la persecución, ya sea por mayorías o por minorías. Sospecho del gobierno y desconfío de los políticos; pero en la medida en que debe haber gobierno prefiero que sea democráticoConservo los gustos y prejuicios de un liberal a la antigua.  

Bertrand Russell, Dictionary Of Mind: Matter And Morals (1952)

Reflexionando sobre este pensamiento del filósofo y matemático Russell, creo que comparto su credo; y recordando un debate con un amigo, añado mi propio parecer... Mi ideario no se deja dominar por ninguna ideología. Me declaro librepensador. No soy fanático ni palmero de ningún político. (Hay en Hispania demasiados paniaguados.) Aborrezco el populismo y la demagogia, formas de manipulación de las emociones, revestida a menudo de falsa bondad –provechosa para algunos en su engaño–; y no digamos la estupidez política. Y como cualquier persona inteligente que, controlando todo impulso emocional, no ve sistemáticamente santos o demonios a izquierda o derecha, procuro no tener prejuicios políticos. Seguridad, justicia y libertad son conceptos incluidos en toda bandera democrática o de convivencia social, y la mía los incluye. Y soy de los que opinan que en política no todo vale: hay que respetar sus principios éticos.

Librepensamiento, ayer y hoy
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Partiendo de que la ética política se refiere al comportamiento de los servidores públicos y su puesta en práctica en los asuntos de gobierno, los principios éticos de la política son: principio de receptividad (apertura a críticas y quejas de ciudadanos), principio de transparencia (explicación clara de motivos por los que se adoptan las decisiones), principio de dignidad (no usar a personas como instrumentos para obtener fines), principio de los fines universales (no obrar por intereses personales o partidistas), principio de servicialidad (vivir para la política, no de la política), principio de responsabilidad (responder a ciudadanos sobre sus solicitudes, asumir como propios los comportamientos ilegales de otros cargos de confianza y tomar decisiones calculando sus consecuencias).

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