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Alegoría de la depresión, Adrián Campos |
El diagnóstico de depresión precisa concentración y tiempo por parte del profesional de la medicina; incluso más que para el de otras enfermedades. Se necesita una escucha activa, interpretar la anamnesis, descartar una posible patología orgánica causal y tomar una decisión terapéutica meditada. Es lo ideal, lo necesario, lo que marca la buena praxis médica. No estamos seguros de si el especialista en psiquiatría de la sanidad pública puede hacerlo en la calma. El médico de familia, en su práctica diaria, lo tiene muy difícil. Muchas veces el paciente ya viene diciendo que está deprimido y que necesita algo (un fármaco) o que quiere ir a un especialista (psiquiatra o psicólogo). Y casi otras tantas el galeno se deja llevar por la inercia y prescribe o deriva, asumiendo que es así como dice. ¡Cuántas veces no se tratan episodios de tristeza como depresiones! Es el tributo de una medicina apresurada* en un contexto de masificación asistencial. ¡Deprimente!
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*La medicina apresurada va en contra de la seguridad del paciente.
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v. en blog:
Almost blue, Chet Baker
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