jueves, 9 de enero de 2025

Estar mal, estar enfermo


¿Es lo mismo «estar mal» que «estar enfermo»? Esta pregunta sencilla tiene una respuesta simple: es lo mismo; no hay diferencia entre las dos expresiones, aunque se puede aducir que hay diferencias de matiz entre ambas. Con los niños pequeños es habitual el uso de los diminutivos para suavizar la situación de malestar o enfermedad: «estar malito» o «estar enfermito». Por otra parte, uno puede estar enfermo sin sentirse mal, por no presentar síntomas demasiado molestos o tener cierta capacidad de ‘control’, procurando no exteriorizarlos. (También al revés, por supuesto: uno puede sentirse mal sin estar enfermo.) Al hilo de esto, podemos sentir un malestar general, una sensación de molestia generalizada, y comunicarlo, con mayor o menor queja –hasta de manera histérica–, o no comunicarlo en absoluto, ni siquiera con gestos. Aquí ya entran en juego la personalidad de cada cual y la formación adquirida. 

Y sobre la educación de los niños pequeños, he hallado una actividad para el desarrollo de competencias en conocimiento e interacción con el mundo físico, así como autonomía e iniciativa personal: «Estoy malito/a». Son tres los objetivos que persigue esta actividad: 1) incorporar actitudes favorables hacia el cuidado de la salud, 2) eliminar sentimientos negativos de temor y ansiedad hacia la figura del médico y 3) adquirir conocimientos precisos sobre la utilidad de las medicinas y los riesgos del uso inadecuado. Me parece muy interesante. Los niños bien formados habrán de ser adultos bien capacitados, más autónomos y menos quejicas.

Finalizamos melódicamente, con la canción infantil que habla del burro enfermo...

A mi burro le duele la cabeza

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