sábado, 31 de mayo de 2025

Romance del prisionero

 
Ahora que finaliza este caluroso mes de mayo, me apetece recordar uno de los grandes romances anónimos, del Romancero Viejo: el maravilloso «Romance del prisionero». Un romance lírico que en su versión corta produce una intensa emoción; dieciséis versos, llenos de imágenes, en los que late la naturaleza, el amor, la vida... y la libertad, lo que el prisionero no tiene y desea; y el único consuelo que tiene, de pronto se lo elimina un cazador. En resumen, un compendio de sensibilidad poética y una magistral concreción de la añoranza de libertad. 

Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
dele Dios mal galardón.
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Animales singulares


Hay animales singulares, extraordinarios o raros, por sus características morfológicas o su comportamiento. Los hay invertebrados e invertebrados; de los primeros, con protección corporal: artrópodos (insectos, arácnidos, miriápodos, crustáceos), moluscos (cefalópodos, bivalvos, gasterópodos) y equinodermos, o sin ella: gusanos, poríferos (esponjas) y celentéreos (con tentáculos: medusas, pólipos); de los segundos: mamíferos, peces, aves, anfibios y reptiles. Entre los animales de alguna manera extraordinarios, pequeños o enormes, que siempre me han llamado la atención, están los siguientes: mantis, araña, ciempiés, caracol, cangrejo, pulpo, estrella de mar, medusa, raya, caballito de mar, delfín, ballena, elefante, perezoso, canguro, ornitorrinco, pangolín, murciélago, topo, loro, ave lira, colibrí, pingüino, rana, camaleón, salamanquesa, tortuga. Dejamos al margen la percepción estética, si los consideramos animales bellos o feos, y nos referimos a especies de animales actuales, no extintas como los dinosaurios, sobresalientes por su singularidad.

De animales rarísimos nos hablan en este vídeo.

Los 15 animales más raros del mundo
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Enlaces relacionados
Los 15 animales más raros del mundo –National Geographic

—Sobre la fauna observada en el descubrimiento de América
La naturaleza americana también entró en el terreno de lo mítico y de manera muy especial su fauna, aunque faltaban los grandes cuadrúpedos de Asia y Africa. De ella hubo que hacer una interpretación, para lo que con frecuencia se utilizó la obra de Plinio el Viejo o se establecieron identidades con los animales europeos o con los monstruos e híbridos, que heredados del mundo clásico, pervivieron y se transformaron a lo largo de la Edad Media. 
Durante las expediciones americanas, Oviedose colocó a sí mismo como el nuevo Plinio por describir con sus ojos la naturaleza de América que los escritores antiguos no pudieron llevar a cabo. (...) Las taxonomías de Oviedo retoman el modelo pliniano y transitan de lo concreto a lo difuso: animales terrestres, primero; acuáticos, después; voladores, insectos, etc.
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*Gonzalo Fernández de Oviedo, primer cronista de Indias.
–Otro naturalista importante de ese tiempo fue José de Acosta.
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Reino animal o Animalia
Clasificación: 1) por alimentación (herbívoros, carnívoros, omnívoros), 2) por cómo nacen (vivíparos, ovíparos, ovovivíparos), 3) por dónde viven (acuáticos, terrestres, mixtos), 4) por tipo de esqueleto (vertebrados, invertebrados).

Animales: vertebrados e invertebrados
Animales invertebrados
Animales vertebrados

jueves, 29 de mayo de 2025

Sobre la envidia

Andrómeda encadenada a una roca (1832-1883), Gustave Doré

La mitología griega tiene ejemplos divinos para todo lo humano, como las virtudes y defectos de los hombres. De uno de éstos, la envidia, es muestra el mito de Andrómeda, cuya belleza ponía su madre, Casiopea, por encima de la de las nereidas, lo que despertó la ira de su protector, Poseidón. Para aplacarla, el padre de Andrómeda, Cefeo, decidió ofrecer a su hija al monstruo marino destructor que el airado dios había decidido enviar. Pero hubo un final feliz, con la intervención de Perseo, quien, enamorado de la bella, logró matar al monstruo. El mito lo recoge Lope de Vega en un soberbio soneto: «De Andrómeda» (Soneto 86).

Atada al mar Andrómeda lloraba,
los nácares abriéndose al rocío,
que en sus conchas cuajado en cristal frío
en cándidos aljófares trocaba.

Besaba el pie, las peñas ablandaba
humilde el mar, como pequeño río,
volviendo el sol la primavera estío,
parado en su cenit la contemplaba.

Los cabellos al viento bullicioso,
que la cubra con ellos le rogaban,
ya que testigo fue de iguales dichas,

y celosas de ver su cuerpo hermoso,
las nereidas su fin solicitaban,
que aún hay quien tenga envidia en las desdichas.
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Devoradora envidia...

Mozart - Salieri's March (Amadeus Scene)

Escena de Amadeus (Mozart y Salieri), película de Milos Forman
¿Envidiaba Salieri a Mozart?

lunes, 26 de mayo de 2025

Coordinación entre Atención Primaria y Atención Hospitalaria: Propuestas No Hacer

Propuestas No Hacer en Coordinación entre Atención Primaria y Hospitalaria

Estas propuestas de no hacer determinadas cosas inconvenientes, para poder hacer otras convenientes, fue presentada el 26 de noviembre de 2024 –nos lo dicen AQUÍ– en unas jornadas de coordinación entre atención primaria y atención hospitalaria. Ahora queda esperar que estas bases teóricas sean llevadas a la práctica, para mejorar la relación o coordinación entre los dos niveles asistenciales.

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jueves, 22 de mayo de 2025

Hombres completos


[Relato]

Frisaban los setenta, y eran amigos y compañeros de siempre, de juegos infantiles, de escuela, de universidad y ahora de jubilación. Francisco Luna, en el pasado –y en el presente– un digno médico general. Anselmo Gavío, consagrado a una parte de la ciencia y el arte médico: antaño, y hasta la muerte, un insigne oculista. Se desplazaban en el automóvil clásico de Anselmo desde la ciudad de Herculia hasta Valdoseira, el pueblo que viera nacer a este oftalmólogo, y entablaban una charla no poco trascendente. La había iniciado Francisco, quien comentaba lo siguiente.

–Los seres humanos precisamos unos de otros para vivir, y cada vez de manera más terminante. No habría de ser así en los albores de la humanidad, pero parece tan natural en la actualidad que no le damos el valor que merece.

–¿A qué te refieres, Paco?

–Pues a que no sopesamos la dureza del pasado remoto. Si lo hiciésemos, admiraríamos la capacidad del hombre primitivo para sobrevivir. El hombre y, por supuesto, la mujer. Imagínate: un mono desnudo, en todos los sentidos, en lucha despiadada con la naturaleza, esforzándose día a día por no perecer.

No se demoró la réplica del otro.

–Yo no lo veo así. El hombre de las cavernas necesitaría también de sus congéneres. Casi con seguridad que colaboraban todos los miembros de un grupo en sus faenas cotidianas. Cada uno aportando lo mejor de sí mismo. ¿No sé si me entiendes?

–Sí, querido Anselmo... Pero cada cual, debería adquirir múltiples habilidades. Todos habrían de tener destreza para la caza y la pesca, conocer los rudimentos agrícolas, ser hábiles artesanos, capaces de elaborar vestimentas y útiles... ¡Qué sé yo! Tendrían que realizar todos los trabajos que la supervivencia exigía.

–¿Cómo un moderno Robinson en su isla?

–¡Exactamente! Pero además algunos emplearían parte de su tiempo en ocupaciones improductivas. Se complacerían con el arte y la decoración, pintando las paredes naturales de sus hogares y modelando figuras. ¿Qué me dices de eso? Y lo harían por mero placer, sin buscar utilidad práctica. Sólo para llenar el espíritu.

Tampoco se dilató aquí el argumento antitético del oculista.

–¡Estás equivocado! Quienes pintaban o tallaban estarían exentos de las demás labores. Otros cazarían en su lugar, o buscarían agua, o velarían por su seguridad… Cada individuo estaría especializado en una determinada tarea. En suma, cada cual, con su misión, aunque no fuese de modo tan concluyente como en nuestro tiempo. ¡Ah!, y te recuerdo que pintaban animales porque creían que así sería más venturosa la caza, y que esculpían voluminosas formas femeninas para implorar la fecundidad. Ya en la escuela nos hablaban de esto. ¡Te estás haciendo viejo, Paco!

Levemente contrariado, éste se detuvo brevemente, pero volvió por sus fueros.

–Bueno, tienes razón en parte –Luna no quería dar su brazo a torcer–. Pero los móviles atribuidos al arte primitivo son especulaciones. E insisto, todos estarían obligados a hacer un poco de todo. Sería inaudito que en tiempos remotos algún hombre se dedicara en exclusiva a las artes plásticas. No habría tiempo para el ocio, un lujo proveniente del reparto del trabajo en las sociedades modernas. Quien no quisiera ser borrado de la faz de la tierra, debería conocer al menos lo esencial.

Ya enredados Luna y Gavío en tales disquisiciones atávicas, había que proseguir la sustanciosa plática. De modo que el segundo interpeló al primero.

–¿Y a qué llamas tú esencial?

–A lo imprescindible para sobrevivir. Mi buen amigo, lo esencial para todo ser viviente es alimentarse, y el hombre no es una excepción. Lo demás va detrás. Y para conseguirlo, habría que procurarse los medios: la caza y la pesca exigían utensilios que había que elaborar, lo mismo que para cultivar la tierra. Obtenido el alimento, nuestros ancestros deberían protegerse, tanto de las inclemencias del tiempo, procurándose adecuadas prendas de abrigo, como de las fieras o de los individuos de otros grupos tribales; y para esto último, debían fabricar armas para su defensa. Todos necesitaban tener diferentes capacidades.

–Toda esa argumentación está muy bien –dijo Anselmo–. Aunque lo que afirmas sólo habría de ser necesario hasta que el hombre adquirió conciencia social y compartió trabajo y beneficios. No niego que en principio existiera un hombre cazador, pescador, agricultor, guerrero y artista. Si quieres, un «hombre completo». Pero después cada uno con su tarea respectiva. ¿O no lo consideras así, Paco?

Francisco se ensimismó en busca de una réplica contundente que no logró asir.

–Desgraciadamente sí. Aunque yo, la verdad, admiro más la capacidad de los primeros, de esos hombres completos, poseedores de conocimientos varios.

Fuente

El doctor Luna quería convencerse de que el mérito es de quien sabe de todo un poco y no de los que se aíslan en una parcela del saber. Algo natural en un médico general. Por su parte, el doctor Gavío trataba de convencerlo de lo contrario.

–En nuestro tiempo –dijo el especialista de los ojos–, y cada vez más, la comunidad propone que cada individuo se especialice, de manera que conozca amplia y profundamente una materia. Las exigencias de nuestra época lo imponen.

–¿Aunque de lo demás no se tenga ni remota idea, Anselmo?

–Entiéndeme, Paco. El tener conocimientos de otras cuestiones, no está de más; aunque sean someros, siempre pueden ser útiles. No obstante, ¡cada uno a lo suyo!

–Admito que cada individuo debe ser gran conocedor de su particular oficio. Mas no por ello hemos de renunciar a otros campos del conocimiento, ya por curiosidad, por simple placer o por liberarnos temporalmente del cerco que impone el cotidiano quehacer. ¿O es que un carpintero no puede cultivar su jardín, un jardinero tocar un instrumento musical o un músico elaborar un mueble de madera? El hombre es una criatura ávida de conocimiento, y en mayor o menor grado todo le interesa –Luna quemaba sus últimos cartuchos, tratando de ganar una difícil batalla.

–Sí, pero –apuntó Gavío– a la hora de la verdad echamos mano de los especialistas, conocedores de un pequeño trozo de saber. Cuando no podemos solucionar algo buscamos a quien de ese algo lo sabe casi todo. Un hombre actual poco haría en un paraje ancestral solo y desamparado. Aun suministrándole medios para facilitarle la empresa, ésta le sería harto difícil, por no decir imposible. Si le proporcionásemos vivienda a la vera de un río, rodeada de toda la flora y la fauna imaginables, y le dijésemos «toma un cuchillo, un hacha una escopeta o lo que quieras y ¡hala!, a ver cómo sobrevives en ese edén», no tardaría en implorar ayuda al cielo. Lo contrario sólo sucede en las películas, no es más que pura ficción.

Tras tomarse unos instantes para la inteligente reflexión, precisa para evitar el desbocado pensamiento, el médico general creyó conveniente decir lo que afluía a su cabeza. No daba el brazo a torcer e insistía en su idea de conocimiento global.

–Yo creo que podríamos hacer un poco de todo –remarcó–. En nuestro campo profesional, más vale un todólogo que un cachitólogo –aquí Gavío se rascó la cabeza, pensativo–. Nada debiera sernos ajeno, convendría saber algo de todo, o de casi todo, lo que durante siglos hemos logrado aprender. ¿No es bueno saber injertar una planta, fabricar un taburete y tocar un instrumento? Entiendo que la autosuficiencia, hasta cierto punto, proporciona seguridad y satisfacción.

Francisco llevaba la idea del humanismo a sus últimas con secuencias, con la terquedad del profesional de la medicina, del médico de cabecera (hoy denominado médico de familia), que ve al individuo en su integridad. Y el amigo, más corto de miras, acotado en su especialidad y casi afrentado, la seguía cuestionando.

–Creo que eso no es más que una utopía. Cada uno tiene su lugar en el engranaje social y en su sector laboral. Se dan pocas facilidades para una formación plena e integral. Somos muchos y hay que repartir funciones. ¡Qué remedio!

–Ese es el gran error, Anselmo. ¡El gran error!

El oculista, callando, parecía avenirse. Puro espejismo: sólo bajaba el tono de su discurso. Si el otro era terco, éste le ganaba en obstinado.

–Yo siempre me dediqué a lo mío. Conozco bien lo concerniente al ojo humano; del resto me considero un profano. Además, cada vez surgen más subespecialidades, o sea que la fragmentación va a más. En nuestra profesión es evidente.

Aquí se desvaneció el coloquio. Recorrieron varios kilómetros en silencio, contemplando el verde paisaje y reflexionando ambos amigos sobre el asunto.


Cerca del pueblo de Gavío, Luna retornó la palabra.

–Disfruté mucho de mi profesión, con sus satisfacciones y malos tragos. La abnegación se compensa con el bien causado, aliviando el dolor, curando la enfermedad o consolando en la desgracia. No me quejo del destino. ¡No!

–Te puedo decir otro tanto. Además, no hay forma de volver atrás.

–¿No has tenido otras inquietudes? –avivó Francisco.

–Ya sabes –dijo el oculista– que pinto al óleo en mis ratos libres. La creatividad me complace y me relaja. Pienso que también habría sido feliz entregado a la pintura.

–¡Ah!, mi frustración es la música –suspiró el médico general–; llegué a creerme un gran concertista de violín. Lejos de emular al legendario Sarasate, no llegué ni a acariciar el pequeño instrumento de cuatro cuerdas; a pesar de mi melódica pasión y mi sensible oído. Necesitaría otra oportunidad, otra vida para llenar ese vacío.

Sonrieron ambos, a la par que sus ojos traslucían una inequívoca aura de melancolía. Pero Anselmo acabó poniendo coto a la fugaz tristeza.

–La vida es así, querido Paco. Se tienen ilusiones y se disipan sin darnos cuenta. Pero no nos pongamos nostálgicos, que parecemos dos carcamales. Yo te aseguro que he sido aceptablemente feliz en mi trabajo, obligado a conocer todo de un poco. Cataratas, glaucomas, desprendimientos de retina… acapararon mi tiempo.

–¡Sí hombre, yo también! –exclamó Francisco, aunque no totalmente convencido–. Por mi parte, tenía que saber un poco de todo: enfrentarme a una infección pulmonar, a un traumatismo, a un parto o a una crisis nerviosa. Debía actuar más que como «internista de la calle» (así se nos ha llegado a calificar a los médicos generales), sobrepasando los límites de la medicina interna: haciendo de cirujano, traumatólogo, dermatólogo, oftalmólogo, otorrinolaringólogo, tocólogo, ginecólogo, psiquiatra, geriatra o urgenciólogo de la calle. Por correlación atlética, yo diría que el médico de cabecera es un decatloniano. En fin, nada me debía ser extraño.


Ya a la entrada de Valdoseira, un niño les hacía ademanes de bienvenida. Anselmo, sonriente, hizo saber a su amigo que se trataba del menor de sus nietos. Detuvieron el auto y se apearon. Y Gavío pronunció orgulloso: 

–Aquí tienes a Carlos, que ya tiene once años.

–¡Encantado de conocerte! –saludó Francisco, estrechando la mano al pequeño, que ahora se mostraba serio, y dándole un beso en la mejilla. Después añadió el tópico consabido–. Y dime Carlitos, ¿qué quieres ser de mayor?

–Oculista, como mi abuelo –dijo sin pensarlo y, para que no quedase ninguna duda, señalando al aludido, que no cabía en sí de tan ufano.

El generalista correspondió al gesto del especialista cuando se cruzaron sus miradas. En breve, el niño se despidió, quedándose con otros niños en el umbral del pueblo. Entonces, Francisco hizo un comentario concluyente.

–Al hacer esta pregunta tópica no debiéramos esperar respuestas concretas como «quiero ser médico, bombero, astronauta...». Tendríamos que aspirar a ser, como tú bien calificaste, hombres completos y… –la atención se le fue golosamente tras la hermosa silueta de una fémina que pasaba distante– mujeres completas.

–No pides nada... –y el oculista corrió solidario hacia el mismo punto de mira.

El sustancioso diálogo se había coronado con ese estético cierre. Y se disponían a transitar el escaso trecho que restaba para llegar a la casa rural de Anselmo, donde les aguardaba el resto de su familia, cuando, a los pocos metros (después de haber recorrido más de sesenta kilómetros desde Herculia), el coche se detuvo. Intentó el oculista ponerlo en marcha; sus conocimientos eran escasos en la materia, por no decir nulos, y el vehículo no encendía por el hecho de mirar ciegamente el motor. Comprobó en vano la tensión de las correas y enseguida desistió. Francisco echó un vistazo general al motor, revisó sus piezas elementales –que algo más de idea tenía–, pero tampoco consiguió atisbar la avería. Ambos miraban sin ver. Finalmente, rendidos a la evidencia de desconocer los entresijos del coche, estuvieron de acuerdo: ¡Había que buscar un mecánico del automóvil!

[1986]


Simon & Garfunkel "Old Friends" - Instrumental Arranged & Performed

martes, 20 de mayo de 2025

Poetas sin lirismo


Uno mide los poetas por la emoción que producen. Jorge Luis Borges

No por ser claro se es mejor poeta. Por oscuro, tampoco, dijo Alberti. Y entre claridad y oscuridad poética, hay poetas, o así se consideran, que más que escribir parecen desbarrar. Uno sospecha que escriben todo aquello que pasa por su mente, o que están viviendo, de manera automática y de forma prosaica. Y el resultado final son poemas, si así se les puede llamar, generalmente extensos –incluso inacabables–, carentes de belleza y de lirismo, que no contienen una idea ni expresan una emoción, sino que se pierden en consideraciones deslavazadas que no conducen a ninguna parte, difíciles de asimilar y sin valor poético. Pero hay críticos que los interpretan como poesía moderna, de vanguardia, innovadora, rompedora de moldes, que busca un nuevo lenguaje. Podríamos pensar en la antipoesía y en su creador, Nicanor Parra, pero no es el caso, porque vemos que sus antipoemas no son tan rupturistas; pretende ser directa –o sea, clara– y tiende a lo coloquial, sin eludir el lirismo. Cuando todo ha sido experimentado, cuando ya se han transitado todos los caminos, es complicada la innovación poética (sucede lo mismo con la música y otras artes), una empresa legítima y a menudo frustrante. En lo literario, creo que no hay nada que inventar; y aunque se me tilde de clásico o antiguo, sostengo que en la creación poética no debe haber desorden, ni frialdad, ni confusión; prefiero el orden, la calidez y la transparencia; y, además, quiero como Juan Ramón que la poesía tenga encanto, misterio e intensidad. Son muchos los poetas y pocos mis elegidos, todos portadores de lirismo; son muchos los poemas y unos cuantos mis preferidos, todos portadores de ideas y emociones.
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v. POEMAS SOBRE LA POESÍA (Arte poética, credo poético)

Free Improvisation - Cecil Taylor

domingo, 18 de mayo de 2025

Juegos de agua


Poesía y música tienen al agua –natural o artificial– como protagonista. Así que la controlada artificialmente en los jardines también es agua poética y agua musical...


JUEGOS DE AGUA, Dulce María Loynaz

Los juegos de agua brillan a la luz de la luna
como si fueran largos collares de diamantes:
Los juegos de agua ríen en la sombra... Y se enlazan
y cruzan y cintilan dibujando radiantes
garabatos de estrellas...
                                    Hay que apretar el agua
para que suba fina y alta... Un temblor de espumas
la deshace en el aire; la vuelve a unir... desciende
luego, abriéndose en lentos abanicos de plumas...

Pero no irá muy lejos... Esta es agua sonámbula
que baila y que camina por el filo de un sueño,
transida de horizontes en fuga, de paisajes
que no existen... Soplada por un grifo pequeño.

¡Agua de siete velos desnudándote y nunca
desnuda! ¡Cuándo un chorro tendrás que rompa el broche
de mármol que te ciñe, y al fin por un instante
alcance a traspasar como espada, la Noche!
____
–Poema del poemario Juegos de agua: versos del agua y del amor (1947).
[Poemas sobre la naturaleza: Poemas sobre los cuatro elementos]
–v. Dulce María Loynaz –Biografías y Vidas
–v. Poemas de DML [y AQUÍ]

Juegos de agua, Maurice Ravel
No se puede negar la filiación con «Al borde de una fuente» (primer libro de Años de peregrinaje) y los «Juegos de agua en la Villa d´Este» (tercer libro de "Años de peregrinaje") de Franz Liszt. También se podría considerar precursora de «Jardines bajo la lluvia», última pieza de las Estampes de Claude Debussy. 

viernes, 16 de mayo de 2025

Mejora de la atención primaria española


En 2024 editamos la entrada titulada «Mejora de la Atención Primaria de Salud». Y ahora la complementamos con el artículo «Claves para mejorar la atención primaria española», de Juan Simó, del que sintetizamos un párrafo definitivo:
La atención primaria española: desprestigiada socialmente, subalterna del hospital, poco atractiva entre candidatos a MIR, consultas médicas masificadas con escaso tiempo por paciente, burocracia mantenida e irracional distribución de tareas
Reviértase, pues, todo eso... et voilà.
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Pero lean el artículo referido del Dr. Simó, que es muy interesante.

Stardust – Clifford Brown

miércoles, 14 de mayo de 2025

Temperamentos y enfermedades


Entre los minicuentos tempranos de Antón Chéjov (1860-1904), hay uno sobre los cuatro temperamentos (sanguíneo, colérico, melancólico y flemático). Y al final de la descripción tipo de cada temperamento, el escritor nos dice las enfermedades por las que muere cada uno de sus personajes representativos.

El sanguíneo
Muere de enfermedad de los órganos de digestión o de extenuación prematura.

El colérico
Muere de tuberculosis o de enfermedad del hígado.

El flemático
Muere de parálisis o de hidropesía.

El melancólico
Muere de una lesión de corazón, de la cura de una curandera o de hipocondría.
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Son observaciones literarias de Chéjov, escritor y médico, en su juventud y en su tiempo (siglo XIX), de ningún modo conclusiones científicas. 

Carl Nielsen: Symphony n.º 2 "Los cuatro temperamentos"
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Entrada relacionada

Temperamento y carácter
El temperamento es la forma de ser, la manera de reaccionar de las personas; es innato, frente al carácter, la forma de comportarse la persona, que se modula en la interacción con el ambiente. La suma de temperamento y carácter (biología y ambiente) determina la personalidad.

lunes, 12 de mayo de 2025

Sobre la Música Española de los siglos XIX y XX


La música clásica española es un género que fusiona las ricas tradiciones folclóricas de España con elementos de la música académica europea.
Jorge del Valle
La influencia del primer Romanticismo en España fue prácticamente nula. La férrea censura instituida por Fernando VII impidió que llegara hasta España la música de Beethoven o Schubert. Aunque llegó la de los compositores más conservadores, sobre todo la de Rossini. La música española del XIX tuvo como base el estilo italiano, todavía cercano al Clasicismo, que se aprecia en la obra operística y sinfónica de Ramón Carnicer (1789-1855). (…) El primer grupo de compositores de zarzuela se crea en 1856 y estuvo integrado por Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894), Joaquín Gaztambide (1822-1870), Rafael Hernando (1822-1888), Cristóbal Oudrid (1825-1877) y José Inzenga (1828-1891). (…) Como autor de sinfonías, Pedro Miguel Marqués (1843-1918)* fue el más conocido. (..) Los primeros que dan a conocer en todo el mundo los elementos de la música española son compositores extranjeros, como Glinka, Ravel, Liszt o Rimsky-Korsakov, que encuentran en España una rica fuente de inspiración. Consciente del movimiento renovador que se vive en estos años en toda Europa, el musicólogo, folklorista y compositor español Felipe Pedrell** contribuye con sus estudios a superar el pintoresquismo costumbrista de autores como Barbieri, Chapí y Bretón. Entre los compositores españoles más destacados de la nueva tendencia nacionalista se encuentran Isaac Albéniz (1860-1909) y Enrique Granados (1867-1916), que recogen en sus obras las características rítmicas, melódicas y armónicas más esenciales del país. La madurez de la música nacionalista española llega ya en el siglo XX con Manuel de Falla (1876-1946).*** 
«Música Española en los siglos XIX y XX», Érika Montoya 
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*Pedro Miguel Marqués, autor de la conocida zarzuela El anillo de hierro, compuso 5 sinfonías. [Pueden escucharse AQUÍ]
**Felipe Pedrell (1841-1922), musicólogo y compositor, primer músico que estudió la música folclórica española, autor de Por nuestra música (1897). 
***Y Joaquín Turina (1882-1949) algo después.
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Para sonorizar esta entrada de sabor musical español, valga de manera genérica la Rapsodia española de Liszt, basada en temas populares españoles.

Rapsodia española – Franz Liszt

sábado, 10 de mayo de 2025

Danza noruega

Halling (Danza noruega) Op. 47 n.º 4 de Piezas líricas de Grieg


HALLING (DANZA NORUEGA)

Ven, ven, ven, ven…
Danza conmigo, danza conmigo,
y todos juntos daremos mil saltos.
Danza, mi amigo, danza, mi amigo,
y brincaremos llegando hasta el cielo,
sí, sí, casi como acróbatas del circo.
Danza conmigo, danza conmigo,
sí, sí, casi como acróbatas del circo.
Gira, mi amigo, gira, mi amigo,
tarara, tarara, tarara, tarara.
Salta conmigo, salta conmigo,
tarara, tarara, tarara, tarara.
Danza, mi amigo, danza, mi amigo,
y no te pares, y no te pares,
y nunca dejes de bailar conmigo.
Y no te pares, no te pares, no te pares,
no te pares, no te pares, no te pares,
no te pares…, mi amigo.

[2024, 26 sep.]
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A esta pieza lírica para piano de Edvard Grieg le hemos añadido una letra, haciéndola canción, igual que a «La paz del bosque», «Canción del marinero», «Arietta», «Berceuse» y «Caminante solitario». Las consideraciones que hicimos en la primera pieza, valen también aquí.

Halling (danza)

jueves, 8 de mayo de 2025

Medicina, pública o privada


No todo es blanco ni todo es negro.

Hace poco leí una afirmación rotunda y tremendista: «La medicina privada mata»; una aseveración tan brutal y gratuita como decir que la veterinaria privada mata; una declaración visceral con evidente carga ideológica. De otro modo, como manifestar que la medicina pública todo lo cura. Tras estas palabras, podemos suponer incluso que quien ve tan sesgadamente sostiene que lo público es humano y honesto, al contrario que lo privado, que es inhumano y deshonesto. Pero la bioética médica no admite sentencias tan simplistas. Así que, pretendiendo la sensatez que proporciona el punto medio, podemos declarar que ni la medicina pública es la panacea ni la medicina privada es la solución para todos los enfermos.

Y como contrapunto a las bondades de lo público, traemos opiniones discordantes, que cuestionan la medicina pública y defienden la medicina privada.
La mayoría de las personas que se opone a la medicina pública lo hacen porque, aunque sea moral y bienintencionada, no es práctica; es decir, que es una idea noble pero que no funciona. Yo no estoy de acuerdo en que la medicina socializada sea moral y bienintencionada, pero sí en que no es práctica, que no funciona, pero mi opinión es que no es práctica porque es inmoral. 

John Dean escribió en una opinión personal en BMJ que el ejercicio privado de la medicina es poco ético y que los médicos deberían abandonarlo. He trabajado en la medicina pública nacional durante 39 años y 31 años en medicina pública y privada, y discrepo (…) En España, los mejores médicos de los hospitales, en general, son aquellos que también tienen consulta privada. (…) Los hospitales públicos en España están gobernados por políticos, quienes nombran a los directores, que suelen ser personas del mismo partido político, o familiares o amigos. (…) Concluyo con esta cita de Ayn Rand: «Los médicos no son sirvientes de sus pacientes. Son comerciantes como todos en una sociedad libre, y deberían estar orgullosos de su título porque los servicios que ofrecen son de crucial importancia». 
____ 
Entrada relacionada:

Black and White · Joe Sample

martes, 6 de mayo de 2025

Medicina, ciencia y arte


MEDICINA, CIENCIA Y ARTE

Saber anatomía:
aparato locomotor 
básico y sistema nervioso 
elevadísimo. Y funciones 
del cuerpo, de sus partes y en conjunto. 
(Respiración, circulación, 
digestión, excreción…)
Sin olvidar la mente,
atendiendo al espíritu que todo mueve. 
Al fin, saber de las enfermedades, 
comprender al paciente y esforzarse 
en aportar salud, humildemente.

[2025, 1 abr.]
____
La medicina, ciencia y arte, necesita del estudio intenso para servir como profesión o medio de vida a quien, después de recibir su llamada, tiene interés en ejercerla. También precisa de especial sensibilidad y sacrificio. No es para todos.

Estudio Op. 31 nº 4, Fernando Sor

domingo, 4 de mayo de 2025

Viaje y libros de viaje



Viaje: traslado de un lugar a otro.

El viaje es uno de los temas recurrentes en la literatura universal; está presente ya en libros como la Biblia, la Odisea o el Corán y ha jugado un papel como estructurante de muchos géneros literarios como la novela bizantina, de caballerías o picaresca. El viaje como signo de existencia, como experiencia del intelecto o del ánimo o como fuente de conocimiento. El viajero, en su mayoría, conoce de antemano el país al que viajará, se ha documentado sobre sus costumbres y su lengua y lo ha imaginado a través de lecturas de otros viajeros, aunque siempre buscará un punto de vista diferente y estará, además, condicionado por sus ideas y prejuicios; el libro de viaje se convierte por tanto, en la interpretación del lugar al que se va y la difusión colectiva de estas experiencias y observaciones mediante su publicación, acompañada en muchas ocasiones de mapas, dibujos, grabados o fotografías. 
Los motivos del viaje son distintos según la época y el lugar de procedencia del viajero y diferente será también la visión que proporcionarán del país visitado a través de sus libros; es igualmente variable el género que adoptan: memorias, cartas, diarios, correspondencia diplomática, familiar, comercial, relación de relatos; todo ello hace que sean valiosos como fuente documental.
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Viajar por tierra, mar o aire...

Mar en calma y próspero viaje, Felix Mendelssohn
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Se viaja no para buscar el destino sino para huir de donde se parte.
Miguel de Unamuno

Libros de viaje [Literatura de viajes]
Literatura de viajes (Libro de viaje para lectores inquietos)

Viajes por el mundo
Viaje a Italia, J. W. Goethe
En los mares del Sur, Robert Louis Stevenson
Viaje al Japón, Rudyard Kipling
La vuelta al mundo de un novelista, Vicente Blasco Ibáñez [visto AQUÍ]
Viajes, Stefan Zweig
Escritos dedicados a ciudades europeas y al acto de viajar, reflexiones sobre el viaje: los viajes organizados...
El mapa nos muestra a España como la cabeza de doña Europa; yo vi su preciosa cara y no la olvidaré nunca. H. C. Andersen
Viajes por España
Un viaje por España, Hans Christian Andersen [Índice]
La Junquera, Gerona, Barcelona, Sagunto, Valencia, Játiva, Alicante, Elche, Orihuela, Murcia, Cartagena, Málaga, Granada, Cádiz, Jerez de la Frontera, Sevilla, Córdoba, Alcázar de San Juan [Ciudad Real], Aranjuez, Madrid, Toledo, Burgos, Vitoria, San Sebastián, Irún.
Un cuaderno de notas en el norte de España: Galicia, Astorga, Oviedo, Plasencia, Yuste, Madrid, Calatayud, Teruel, Zaragoza, Huesca, Jaca, Panticosa, San Juan de la Peña, Leyre, Pamplona, Estella, Roncesvalles.
Viaje en autobús, Josep Pla 
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Uno puede viajar con la imaginación o viajar físicamente, por el mundo o por la propia tierra; lo importante es salir de la estática monotonía.

El caminante sobre el mar de nubes (1818), C. D. Friedrich

viernes, 2 de mayo de 2025

Caminante solitario

Caminante solitario Op. 43 n.º 2 de Piezas líricas de Grieg


CAMINANTE SOLITARIO

Cuando camino
por mis veredas
de otro modo la vida entiendo.

Cuando camino
en solitario
veo el mundo de otra manera.

Vivir sin amigos es triste.
Vivir sin un amor aún es peor.
Yo lo sé, yo lo sé,
lo sé muy bien, lo sé muy bien.
¡Oh Dios! ¡Oh Dios!...
No puedo entender, no puedo entender
que la vida pase sin sentido.

No oír otra voz sí que es triste.
Muy triste es vivir en soledad.
Yo lo sé, yo lo sé,
lo sé muy bien, lo sé muy bien.
¡Oh Dios! ¡Oh Dios!...
No puedo entender, no puedo entender
que la vida pase sin sentido.

[2024, 26 sep.]
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A esta pieza lírica para piano de Edvard Grieg le hemos añadido una letra, haciéndola canción, igual que a «La paz del bosque», «Canción del marinero», «Arietta», «Berceuse» y otra pieza lírica que esperamos traer a este espacio. Las consideraciones que hicimos en la primera pieza, valen también aquí.

El caminante sobre el mar de nubes (1818), Caspar David Friedrich