La medicina es una disciplina científica y humanística enfocada en la salud humana. Decir que su objetivo es la atención a la persona es una obviedad, pues está implícito en su concepto. Le compete el bienestar físico y psíquico de la gente.
Pero trascender lo humano no parece razonable.
Por eso cuando asistimos al desborde de los límites de la medicina con el asombroso ejemplo de la atención a un perro en un centro de salud ("La omnipotencia de la sanidad pública"), nos quedamos perplejos. Tras el asombro inicial, y acaso un esbozo sonriente, reparamos en dos claves circunstanciales. Por un lado, la burla; por otro, la caída inocente en el intrusismo (del que, por supuesto, absolvemos a los generosos intervinientes).
Y después de referir este sorprendente suceso, nos sumimos en una honda reflexión, tratando de extraer necesarias conclusiones.
¿Qué está pasando en esta sociedad, demandante creciente de atención sanitaria inmediata, aunque no proceda, que se columpia despreciativamente en el "gratis total"? Aquí algo no va bien; es más, va fatal desde el momento que no se establecen límites asistenciales, aparte de la anecdótica atención veterinaria. El noble espíritu de servicio médico se ha convertido en degradante servidumbre.
Leyendo a Cervantes, Quevedo, Galdós, Baroja... advertimos la miseria social en todo tiempo. Pero ahora, en tiempos de supuesto desarrollo educativo y, por ende, intelectual, la vemos firmemente unida a una pobreza mental estúpidamente promovida. Algo va mal, muy mal. Si la educación ciudadana no funciona, el civismo se halla ausente, desplazado por la desfachatez y el desagradecimiento.
El ejercicio de la medicina en el primer nivel asistencial exige en la actualidad una capacidad de aguante inigualable. No es exageración. Es un hecho aceptado en general, no enturbiado por ninguna infundada queja, que trasciende lo vocacional, la actitud de entrega y el afán de servicio. Hay normas que todos deben aceptar, terapeutas y beneficiarios de los cuidados de salud. No acatarlas supone infracción, autoengaño, perjuicio de terceros y mayor riesgo de errores.
En fin, es preciso una llamada al orden sanitario. Porque a veces las exigencias superan las razonables expectativas. Y todo tiene límites..., salvo el amor.
Amor sin límite - José Luis Perales
Impresionante el testimonio que nos descubres, aunque por desgracia nada sorprendente, ejemplos de uso abusivo y surrealista del servicio sanitario, todos lo conocemos y lo hemos vivido.
ResponderEliminarAunque no queramos admitirlo, lo que nos dicen los grandes sabios conocedores de la naturaleza humana es que "El gratis total", "Lo que nada cuesta en menos se valora" "A coste cero , demanda infinita" es una realidad pura y dura.
Por lo demas, bonita y profunda reflexión amigo Jose Manuel: todo tiene limites menos el amor, en cualquiera de sus formas.
Agradezco tu generosa valoración, Juan. Creo que nadie es ajeno al inconveniente extremo al que hemos llegado, donde ya todo vale y nada se respeta, con excepciones que confirman la regla.
EliminarSin pretender moralizar ni sermonear, lo que ahora tenemos se venía venir en las últimas décadas y nadie ha puesto freno. Y, por lo que no solo yo observo, el abuso no para de crecer.
Pero no debemos echarle la culpa a los "abusuarios", que al fin y al cabo son víctimas, sino a quienes permiten el desmadre en la atención primaria, mientras por otro lado obstaculizan el acceso al segundo nivel asistencial.
Por último, creo oportuno añadir aquí dos recientes tuits (el primero por cierto, muy retuiteado):
-El médico de cabecera recibe todo el malestar social. Y desde su privilegiado observatorio se pregunta dónde está la sociedad del bienestar.
-Uno trata de expresar lo que siente con el deseo de que las cosas mejoren, aunque el pesimismo nos embargue.
Un saludo, y te reitero mi agradecimiento.
Interesante reflexión, el problema ahora no reside tanto en el «por qué», sino en el «cómo».
ResponderEliminarNo hay unión y la diferencia de criterio es amplia, los problemas varían tanto en percepción individual como en zona geográfica.
El abuso se da de manera distinta según qué consulta y población, y la permisividad es de culpa compartida.
Lo que está claro que sí debemos actuar, muchos lo están haciendo,a pesar que en general no hay apoyo desde la administración (incluso en ocasiones se ponen trabas), y que cierto porcentaje de la población tampoco acompaña.
Saludos,
Martín
La cuestión está ahí, Martín, en cómo actuar de cara a un mínimo ordenamiento, sobre todo habiendo discrepancias, diferentes percepciones y motivaciones.
EliminarQue el problema es variable según áreas geográficas, o que hay diferencias entre el medio urbano y el rural, es indudable, pero el desborde de los límites se ha ido expandiendo en todos los lugares en mayor o menor grado.
Todos tenemos parte de culpa de la situación a la que hemos llegado. También nosotros hemos de entonar el mea culpa. Pero no podemos permanecer de brazos cruzados; debemos actuar persuadiendo, educando, esforzándonos en una mejora organizativa que tiene que contar con apoyo institucional y la comprensión de la población a la que servimos, la beneficiada si los sanitarios trabajan con menos presión, aunque algunos no lo crean.
No es tarea fácil, pero no debemos rendirnos.
Un saludo y gracias por tu comentario.
Lo realmente demencial es la historia del perro, es bochornosa, ofende a la inteligencia y a la conciencia ciudadana. El tipo que lo llevó me parece un auténtico sinvergüenza, pero también me pregunto si, a quienes le atendieron, no les cupo la posibilidad de mandarlo a la mierda (con perdón del término), que es lo que a mi juicio debieron hacer.
ResponderEliminarTal cual, sin ambages. No hay nada más que añadir, Pablo.
EliminarUn abrazo
Si, lo del perro resulta indignante e indicativo de hasta que punto se ha perdido capacidsd de reacción por parte de los médicos.
ResponderEliminarHabria que preguntarse hasta que punto es etico y salubre que se use material y medios publicos destinados para persnas, para uso animal. Por ejemplo0: Se atendió al perro en la misma camilla que a los niños?
Que pena.
Es lamentable, Isabel. Sobre la forma de atención no tengo la respuesta.
EliminarUn saludo y gracias por el comentario.
Supongo que al perro lo atendió el veterinario, porque si lo hizo un médico el que no sabe dónde está, ni que lo es profesionalmente hablando es el médico…
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